Un presidente Santa Anna desprestigiado y sin recursos aceptó casi inmediatamente la propuesta. A cambio de diez millones de pesos –siete inmediatos y otros tres condicionados al establecimiento ya formal de la frontera–, así como de un paso sin restricciones a los estadounidenses por el Istmo de Tehuantepec, el mandatario firmó el 30 de diciembre de 1853 la cesión de La Mesilla.