Efectivamente, el monumento no es mejor que otros de su género, pero es radicalmente distinto, áureo y cargado de elementos que expresan de manera genial los sueños libertarios y las inquietudes éticas, morales y sentimentales de una época. El monumento es una oda a la utopía occidental, al mesianismo que está en el centro de las grandes transformaciones que construyen de cuando en cuando capítulos gloriosos de la historia.