Versiones y distorsiones en el relato de Joaquín Murrieta

Ricardo Cruz García

Las versiones y distorsiones sobre Murrieta continuaron durante todo el siglo XX, tanto en libros como en corridos, obras de teatro y, por supuesto, películas. Aparte, aquella obra primigenia de John Ridge hasta la fecha no ha sido traducida al español.

 

La lista posterior de la variedad de versiones sobre el relato de Murrieta es numerosa y, en detrimento de su autor original, todas se basan principalmente en la de California Police Gazette, incluida la de Ireneo Paz en La Patria, en la que ni siquiera apareció la edición completa, pues el 14 de agosto de 1897 se interrumpió su publicación por razones no especificadas. A finales de ese año o a inicios del siguiente salió a la luz una segunda edición, esta vez en formato de libro. En 1904 Paz imprimió una tercera (la más conocida), ilustrada por el caricaturista Santiago Hernández, y en 1908 publicó la cuarta y última, esta vez corregida. Si bien esto indica que el relato sobre Murrieta tenía una amplia difusión y venta, Paz nunca firmó el libro como propio –pese a ello, muchos le atribuyen la autoría–, pero tampoco dio crédito al creador originario ni a un traductor, que debió haber sido alguno de los que trabajaban en ese campo dentro su empresa editorial, entre los que destacaban sus hijos Arturo y Amalia, pues ambos sabían francés e inglés.

Cabe decir que la versión de Paz no es una traducción fiel del texto publicado en la California Police Gazette, sino que el adaptador del relato también dio espacio a su imaginación y creó una historia más dirigida al público mexicano, ya que era el primer escrito literario sobre aquel famoso personaje nacido en Sonora. En ese sentido, el nieto de don Ireneo, Octavio Paz, comentó: “Verdadero mito –héroe, bandido, ángel vengador–, la imagen de Joaquín Murrieta es la encarnación de la justicia popular, ambigua constelación de crueldades, buenos sentimientos, lealtades, crímenes atroces y fatalismo.

El bandido vengador apareció en California hacia 1850, esparció el terror durante unos pocos años y murió de muerte violenta en 1853. Desde entonces su fantasma no ha cesado de visitar la imaginación de novelistas, historiadores, poetas y dramaturgos”. El poeta también agrega su granito de arena a la leyenda de Murrieta y las obras en torno a su figura al atribuir a su abuelo la autoría de Vida y muerte del más célebre bandido sonorense, Joaquín Murrieta, y señalar que don Ireneo fue el que, al pasar del inglés al español, hizo que Murieta se conviertera en Murrieta, cuando desde la prensa mexicana de 1853 ya se identificaba al personaje con la doble erre.

 

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Ricardo Cruz García. Egresado de la maestría en Historia por la UNAM, es profesor de la FES Acatlán de la misma institución. Se ha especializado en el estudio de la prensa mexicana y dedicado a la divulgación de la historia. Editor y colaborador en diversas publicaciones impresas y electrónicas, es autor de Nueva Era y la prensa en el maderismo (UNAM-IIH, 2013).

 

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Joaquín Murrieta