De la mano de arqueólogos del INAH, como Ángel García Cook, déjate llevar por las calles amuralladas de Cantona, sitio asentado en un malpaís en la cuenca del valle poblano- tlaxcalteca.
El Galeón de Manila o Nao de China es el nombre que se le dio a las embarcaciones que durante 250 años recorrieron la ruta que enlazó a la Nueva España con Asia, a través de las Filipinas. Varios de estos viajes terminaron en naufragios y de algunos de ellos se conoce su ubicación. Sin embargo, muchos otros desaparecieron sin dejar rastro.
La inundación de asfalto, crónica de un desastre ecológico en la capital
Hace casi quinientos años comenzó en la ciudad de México una lucha a muerte contra sus ríos; poco a poco fueron eliminados del paisaje hasta que logramos sepultarlos bajo el asfalto. Al leer esta historia, no sin nostalgia, nos interrogamos si dejaremos de verlos como adversarios y si podremos regresarlos a sus cauces originales.
No era la más grande, ni la más cómoda, pero sí la más culta, la que más sabía por vieja que por diabla. A ella acudían personajes de toda índole y sus costados intermediaban entre el poder divino y el civil: una pared hacia Palacio Nacional y la otra hacia la Catedral Metropolitana.
Tal hospital ocuparía un inmueble de la actual avenida Hidalgo, concretamente en el número 107. Así, según un documento de la época actualmente resguardado en el Archivo General de Indias, “el hospital fue creado para recoger y sustentar en él a […] todos los locos, inocentes y mentecaptos que hay en este Reyno y sus Provincias, de donde se traen para curarse y alimentarse y de todo lo que les es menester para su comida, vestuario y limpieza”.
Leandro Valle y Miguel Miramón eran los mejores amigos en el Colegio Militar de Chapultepec. Tenían catorce años cuando combatieron al invasor estadounidense como cadetes; eso fue en 1847. El destino quiso separarlos al haber tomado el sendero de la guerra en ejércitos enfrentados: en 1858 ambos eran generales, pero uno del ejército republicano y otro del conservador. Ni la guerra ni la distancia política segó la amistad entre ambos, aunque los dos pagaron con su vida la adhesión a sus respectivas causas. Leandro murió fusilado en 1861 y Miramón en 1867. En esta semblanza de Valle se muestran los rasgos humanos de uno de los grandes combatientes liberales del siglo XIX.
“¡Descansa en paz, sublime mártir de la libertad republicana! Los pendones enlutados de la patria sombrearán tu sepulcro en son de duelo, y el libro de la historia guardará tu nombre en esa página reservada a los mártires y los héroes”, expresó el escritor y periodista Juan A. Mateos en el Libro rojo (1871).
La derrota definitiva de Miguel Miramón, en diciembre de 1860, y la ocupación de la capital por las tropas liberales daban por terminada la Guerra de Reforma. Eso permitió al presidente Benito Juárez regresar de Veracruz e instalar el gobierno de la República en la Ciudad de México. Sin embargo, con ello no terminaban los problemas para México; al contrario, 1861 se presentó como uno de los años más difíciles para la presidencia. Algunas bandas conservadoras continuaron sus ataques; el Congreso liberal presentaba graves divisiones ante las próximas elecciones, y en Europa las grandes potencias conspiraban para invadir el país.
La concentración de poblaciones era solamente el primer paso de un proceso mucho más amplio y complejo que se denominaba “policía cristiana”. Con esta palabra se definía la implantación de un modelo de ciudad (polis) en la que sus habitantes tuvieran los medios para lograr su salvación eterna.
Cuando recorremos las carreteras de las diferentes regiones de México, lo primero que llama la atención es encontrar poblaciones que concentran sus casas alrededor de los templos católicos.
Violencia y colaboración indígena en la evangelización. Una vez que los religiosos se asentaron en los pueblos, el apoyo de los jóvenes nobles indígenas que se educaban en sus conventos fue esencial en la catequesis, la vigilancia de la moral pública y diversas actividades litúrgicas.