Octavio Paz a la sombra de la Guerra Fría

Ricardo Cruz García

Es un día de la frenética y convulsa década de los sesenta: Octavio Paz está en la India y piensa en el pasado y en el presente, en su padre y en su abuelo. Llegó a este país asiático en 1962 como embajador de México. Se irá en 1968. En este periodo escribe los poemas que reunirá en Ladera Este (1969), una obra en la que plasma sus vivencias en aquella nación, pero también reflexiones y recuerdos.

 

Hay un poema que ha sido destacado de ese volumen: “Canción mexicana”, en el que hace una remembranza de su abuelo, el escritor, editor y periodista liberal Ireneo Paz (1836-1924), y de su padre, el también periodista y revolucionario zapatista Octavio Paz Solórzano (1883-1936). Aunque la pieza se basta a sí misma y es emblemática de la relación del poeta con sus antepasados, intentaré un primer acercamiento para ubicarla, junto con otros textos que forman parte de la misma serie, en el contexto de la Guerra Fría, así como entenderlas desde los ámbitos personal –como parte de una etapa en la vida del autor– y político –en tanto productos de su tiempo en relación con el poder.

Empecemos con la “Canción mexicana”:

 

Mi abuelo, al tomar el café,

me hablaba de Juárez y de Porfirio,

los zuavos y los plateados.

Y el mantel olía a pólvora.

 

Mi padre, al tomar la copa,

me hablaba de Zapata y de Villa,

Soto y Gama y los Flores Magón.

Y el mantel olía a pólvora.

Yo me quedo callado:

¿de quién podría hablar?

 

Años después de escribir este poema, Paz sentenció: “Estamos hechos de memoria y de olvido. ¿La memoria resucita al pasado? Más bien, lo recrea. Uno de nuestros recursos contra el olvido es la poesía, memoria de la historia pública o secreta de los hombres”. Parece que el poeta había aplicado esta visión a “Canción mexicana”, cuyo nombre primario es “Intermitencias del oeste (2)”; es decir, forma parte de una serie que incluye, además: “Intermitencias del oeste (1) (Canción rusa)”; “Intermitencias del oeste (3) (México: Olimpiada de 1968)”, e “Intermitencias del oeste (4) (París: les aveugles lucides)”.

Si tomamos en cuenta la serie completa, vislumbramos un trasfondo en el que se puede advertir la presencia de la Guerra Fría, más allá de las referencias personales e históricas o de acontecimientos del momento. Desde su “ladera este” asentada en la India, Paz también evoca recuerdos y presenta reflexiones intermitentes sobre una era bipolar y envuelta en conflictos de carácter militar, tecnológico, político e ideológico, así como de alcance internacional entre las dos potencias dominantes, Estados Unidos (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Aunado a ello, el escritor se interesó en los movimientos estudiantiles y sociales en Francia (París), Checoslovaquia (Praga), EUA (Chicago) y, por supuesto, México, pues veía en ellos una “rebelión contra los valores e ideas de la sociedad moderna”, lo que lo llenaba de “asombro y esperanza”.

Aunque Paz había simpatizado en su juventud con la Unión Soviética, para los sesentas ya estaba desencantado del gobierno autoritario y cerrado que se había impuesto en esa nación. Su posición era crítica hacia la URSS y los miembros de la izquierda nacional e internacional que defendían al régimen comunista. De hecho, en “Canción rusa” hizo referencia al trabajo forzado y la reclusión en los campos de concentración de ese país:

 

Construimos el canal:

nos reeducan por el trabajo.

 

El viento se quiebra en nuestros hombros,

nosotros nos quebramos en las rocas.

 

Éramos cien mil, ahora somos mil,

no sé si mañana saldrá el sol para mí.

 

El Paz de aquellos años fue también el que presentó su renuncia al cargo de embajador en la India en protesta por la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México. Por ello la tercera “intermitencia” va dirigida a nuestro país y expresa: “Los empleados/ municipales lavan la sangre/ en la Plaza de los Sacrificios”. El último poema de la serie trata de París y está totalmente en francés. Titulado “Los ciegos lúcidos” (“Les aveugles lucides”), ahí escribe: “Se ahogaron/ en una interjección” (“Ils se sont noyés/ dans une interjection”).

De este modo, Paz, aunque fascinado por la cultura india, no deja de pensar en el mundo que vive en piel propia la Guerra Fría, en especial en la URSS, Francia y México, países involucrados, en mayor o menor medida, en ese conflicto internacional que, de acuerdo con el historiador británico Eric Hobsbawm, más allá de la desaforada competencia armamentista, consistió en mantener la supremacía de Estados Unidos en el orbe.

 

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Un poeta a la sombra de la Guerra Fría