Gobernar en tiempos de guerra: los virreyes de Nueva España que enfrentaron la insurrección
Calleja se inició en las armas desde muy joven. Participó en la fracasada expedición española contra Argel (1775), en la reconquista del Puerto de Mahón (1782) y en el asedio a Gibraltar (1779). Llegó a Nueva España en 1789, acompañando al segundo conde de Revillagigedo, y se convirtió en uno de los principales jefes militares del virreinato. A su regreso a España en 1818, fue honrado con el título de conde de Calderón y nombrado caballero gran cruz de las órdenes de Isabel la Católica y San Hermenegildo.
Gobernar en tiempos de guerra: los virreyes de Nueva España que enfrentaron la insurrección
Francisco Javier Venegas inició su carrera militar al despuntar el siglo XIX, durante la resistencia española a la invasión napoleónica; participó en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808) y fue derrotado por los franceses en la de Uclés (13 de enero de 1809). A principios de 1810 fue nombrado gobernador de Cádiz, donde se encontraba la sede del gobierno español que resistía a la ocupación francesa. Poco después fue nombrado virrey novohispano. A su regreso a España fue recompensado por Fernando VII por sus servicios, concediéndole los títulos de marqués de la Reunión y de la Nueva España.
La violencia y el terror que se vivieron en la Independencia de México
En la toma de la Alhóndiga de Granaditas, en septiembre de 1810, se conjuntaron casi todas las expresiones de la violencia insurgente: asedio y toma de la ciudad de Guanajuato, masacre de gachupines y criollos, robo y pillaje.
El Acta de Independencia de México es un documento desconocido para la mayoría de los mexicanos. Esto se debe, en buena medida, a que el régimen al que dio origen fue una monarquía que tuvo una duración muy corta.
Los llamados “Defensores de la Libertad Mexicana”, 1817
¿En qué habían acabado los optimistas proyectos e ilusiones libertarias de la expedición preparada en Londres desde el año de 1815? ¿Qué sucedió con “los 300 de Mina” que animadamente habían zarpado en el barco Caledonia aquel 15 de mayo de 1816 desde Liverpool, ciudad en el estuario del río Mersey?
Allende fue comandante del regimiento de Dragones de la Reina, cuerpos de caballería de élite del ejército virreinal. El plan original era que parte de este cuerpo daría respaldo al movimiento independentista.
La mañana del 15 de marzo de 1816 fue sepultado Mariano Abasolo en el arenoso lecho del cementerio de San José Extramuros del milenario puerto español de Cádiz. Una fiebre puso fin a cinco años de prisiones; en la última, una celda del Castillo de Santa Catalina, había durado solamente seis meses. De los principales jefes insurgentes capturados en Acatita de Baján el 21 de marzo de 1811, fue el único que tuvo la suerte de escapar de la sentencia de muerte, una fortuna que sólo prolongó su desgracia.
Sin Mariano Matamoros quizá no hubieran sido posibles las victorias de José María Morelos sobre el ejército realista. El principal lugarteniente de Morelos pertenece a la pléyade de sacerdotes y frailes que ocultaban admirables dotes militares, que fueron reveladas hasta el momento en que la guerra por la independencia los llamó a empuñar las armas. Su inteligencia fue decisiva en las victorias de los insurgentes y por ello fue condenado a muerte, a pesar de que Morelos le ofreció al virrey Félix Calleja 200 prisioneros españoles a cambio de la vida de su teniente general, de su “brazo derecho”, como él lo llamaba.
Fue uno de los primeros insurgentes pero hoy está casi en el olvido. Pasó veintisiete años en prisión, la mayor parte de ellos en la lejana Filipinas, mientras muchos ya lo daban por muerto. Cuando pudo regresar, ahora su país se llamaba México. No deseó volver a Querétaro, donde había participado en la conspiración que detonaría el movimiento de independencia. Pasó sus últimos años como velador en Guadalajara y nunca quiso saber nada de homenajes ni de la pensión por sus servicios a la patria que ayudó a forjar.
En plena lucha por la independencia, tras la batalla del cerro del Calvario, el ejército realista ejecutó a más de sesenta personas, muchas de ellas civiles, en un hecho que marcó para siempre a los pobladores de Toluca; sin embargo, hoy está casi en el olvido.