Es ejecutado el insurgente Amo Torres

23 de mayo de 1812

Luis Arturo Salmerón

Ese día, desde la mañana, un hombre colgaba del patíbulo de la plaza de Venegas de la ciudad de Guadalajara. A las cinco de la tarde, como dictaba su terrible sentencia, el cuerpo fue decapitado y descuartizado ante una enardecida multitud; la cabeza fue clavada en el mismo sitio de la ejecución. Una de sus extremidades fue llevada al pueblo de Zacoalco (hoy en Jalisco); las tres restantes fueron clavadas en maderas sobre las garitas de la ciudad y exhibidas durante cuarenta días con el rótulo: “José Antonio Torres, Traydor al Rey y a la Patria, Cabecilla Rebelde e Invasor de esta Capital”.

Ese hombre, conocido por sus contemporáneos como el Amo Torres, fue uno de los más destacados jefes militares de la primera etapa de la revolución de independencia en Nueva España. Nació cerca de San Pedro Piedra Gorda (hoy municipio Manuel Doblado, Gto.) en 1775. Poco se sabe de sus primeros años, salvo que quedó huérfano muy joven y trabajó como arriero recorriendo muchos de los caminos del centro del virreinato, hasta que se estableció como administrador de una hacienda cerca de su pueblo natal. De ahí, dicen algunos, viene el sobrenombre de Amo.

Luego del levantamiento de Miguel Hidalgo en septiembre de 1810, el Amo Torres, junto con un grupo de trabajadores de su hacienda, se presentó ante el cura el 4 de octubre siguiente en la recién tomada ciudad de Guanajuato, con el objetivo de pedir su autorización para encender la mecha de la insurrección en las intendencias de Guadalajara y Zacatecas. Hidalgo lo nombró coronel y le brindó los cien hombres que fueron el núcleo del ejército que Torres se encargaría de engrosar con sus victorias.

Así, mientras el grueso de las tropas insurgentes se dirigía a la capital del virreinato, el Amo y sus huestes emprendieron la marcha hacia Guadalajara. Para el 1 de noviembre había llegado sin mayor oposición a Zacoalco (hoy Zacoalco de Torres en su honor), a unos setenta kilómetros al sur de la actual capital de Jalisco. Ahí se enfrentó al ejército realista y lo derrotó en batalla. Fortalecido por la victoria, el Amo avanzó sobre la plaza, la cual fue rendida sin resistencia el 11 de noviembre. Su ejército, iniciado con cien hombres, había llegado a casi veinte mil en sólo un mes.

Torres recibió a Hidalgo y a su ejército en Guadalajara el 26 de noviembre; le entregó la ciudad y se puso a sus órdenes. Luego participó en la batalla de Puente de Calderón, donde los insurgentes fueron derrotados. A mediados de 1811, tras el fusilamiento de los principales jefes de la insurrección, mantuvo viva la llama de la revolución por un tiempo, junto a Ignacio López Rayón, José María Morelos y otros.

Finalmente fue capturado el 4 de abril de 1812 cerca de Tupátaro (hoy en Michoacán) y conducido, encadenado, sobre una carreta con rumbo a Guadalajara para enfrentar su terrible destino.

 

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