El Acta de Independencia de México es un documento desconocido para la mayoría de los mexicanos. Esto se debe, en buena medida, a que el régimen al que dio origen fue una monarquía que tuvo una duración muy corta.
Tras el establecimiento de la república y, en especial, cuando los liberales derrotaron a las fuerzas conservadoras con la caída del imperio de Maximiliano en 1867, la memoria de aquel documento empezó a borrarse. A comienzos del siglo XX se hicieron algunas impresiones de la declaración, a la que se le cambió el nombre por el de Acta de Independencia de la República de México, pero ni esto ayudó a que el público conociera a los signatarios del documento.
Si en otros países los autores de la declaración de independencia son recordados como “padres de la patria”, en México poco se sabe de ellos. Aunque parezca extraño, algunos nacieron en España y otros en América del Sur: en Caracas y Buenos Aires. La mayoría era de la ciudad de México y casi todos eran “letrados”, es decir, habían estudiado Derecho y formaban parte del Colegio de Abogados. No representaban a las provincias del país ni fueron electos, sino que el propio Agustín de Iturbide los designó. Por supuesto, casi todos eran de su confianza, seleccionados para que representaran a la Iglesia, el Ejército, los mineros, los terratenientes, los comerciantes y, como ya mencioné, a los letrados.
Poco tiempo después, cuando se discutía la formación del primer Congreso constituyente, Iturbide insistió en que la mejor manera de elegir representantes de la nación era por ocupación y no por el número de personas que habitaban en cada distrito o provincia. Por esto, la Junta Provisional Gubernativa que elaboró el Acta de Independencia estaba integrada por personas que representaban, desde el punto de vista de quien las eligió, las principales ramas que generaban la riqueza de México, además de los eclesiásticos y los letrados, por sus conocimientos.
Por supuesto, se trató de una forma de representación muy discutible y arbitraria. Ya en su propia época tuvo críticos. No obstante, permite ver que las formas de representación política no estaban definidas. Después de todo, la experiencia que había entonces era muy limitada. El Congreso de Chilpancingo (1813), por ejemplo, tenía un único diputado electo por una provincia, mientras que los demás fueron designados primero por José María Morelos y después por los mismos diputados. Años después, fray Servando Teresa de Mier propondría que el presidente Guadalupe Victoria designara a varias personas para que formaran una asamblea legislativa. Lo que hizo Iturbide no era excepcional.
En las fotografías se presenta una tabla con las personas que integraron aquella Junta que elaboró el Acta de Independencia, con algunos datos sobre su origen y ocupación.
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