A inicios del siglo XIX, la lucha contra los insurgentes llevó a las autoridades virreinales a permitir la libre producción del vino mezcal para obtener ingresos. Consumada la independencia, fue prohibido nuevamente para apaciguar a la población y propiciar el orden público.
Terminada la guerra y después del fracaso del imperio de Agustín de Iturbide, en mayo de 1823 se publicó un decreto en el que se prohibió el expendio de pulque, aguardiente, tepache, mezcal y cualquier otra bebida embriagante en Ciudad de México, con el argumento de que generaban desórdenes públicos. El bando decía que, después de una década de guerra, era necesario apaciguar a la población y poner orden en sus hábitos y comportamientos públicos.
También prohibió la portación de armas y andar a caballo dentro de la entonces pequeña capital del naciente país llamado México.
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Historia del vino mezcal