La idea del intercambio de objetos entre españoles y americanos que quedó arraigada en el imaginario occidental suele dar la idea de que los españoles sacaron ventaja de la “ingenuidad” de los americanos nativos al recibir oro, joyas y bienes preciados a cambio de sus baratijas.
En 1521 culminó la conquista del mayor imperio de Mesoamérica de la época, México-Tenochtitlan, por parte de España, que en ese momento era un conglomerado de reinos que recién se habían “confederado”. Con frecuencia se escucha decir que los españoles engañaron a los mesoamericanos y les cambiaron “espejitos por oro”; sin embargo, las fuentes históricas son parcas cuando hablan de espejos, aunque se mencionan “espejuelos”, palabra que tiene connotaciones despectivas.
Cuando en 1519 Hernán Cortés estuvo en la costa veracruzana, los mexicas que vivían ahí y los totonacas cambiaron objetos de oro “por cuentas, espejos, broches, agujas y tijeras”. De igual forma, se menciona que los españoles que habían llegado de Cuba a la península de Yucatán entre 1517 y 1518 intercambiaron cuentas de vidrio con los mesoamericanos por pequeñas joyas de oro, piezas que tenían aplicaciones de ese mismo metal, mantas, ropa, alimentos y cerámica, entre otros objetos. De estas cosas, en los textos históricos destacan las cuentas, de las que se da noticia de la cantidad, ya en unidades, ya en sartales, y se menciona que éstas dejaban muy satisfechos a los nativos americanos.
Cuentas azules y verdes
Las cuentas de vidrio eran comunes en Europa en el siglo XVI. Se fabricaban en lo que hoy es Italia y su alta producción las hacía un objeto preciado, aunque de fácil acceso. Muchas de ellas eran transparentes y tenían varios colores en su interior, pero las que más gustaban a los mesoamericanos eran las de color verde o azul. En las crónicas se dice que “las tomaban por buenas”, en el sentido de que tenían un valor de intercambio alto.
En la cosmovisión mesoamericana, los colores azul y verde representaban a la lluvia, así como a las hojas que envuelven las mazorcas de maíz, el grano por excelencia en una sociedad de agricultores como la suya. Por su parte, las cuentas verdes y azules están relacionadas con el agua y sus beneficios para las siembras. Entre los mexicas aparecen como remate de los chorros del líquido que salen de las ollas que derraman, como un don, el dios Tláloc y los tlaloques, sus ayudantes. Además, las cuentas de piedra verde eran, junto con otros objetos, depositadas como ofrendas en los edificios dedicados al culto de dicho dios del agua. Asimismo, los arqueólogos han encontrado en el Templo Mayor de Tenochtitlan (en el centro de la ciudad de México) ollas pintadas de azul con cuentas de piedra verde en su interior, las cuales, a decir del arqueólogo Leonardo López Luján, representan el agua petrificada, como si fuera una permanente oración y petición a Tláloc para que el líquido sea benéfico.
Para la guerra
Entre los mesoamericanos, los espejos eran conocidos y usados en rituales secretos de adivinación y en aquellos relacionados con la guerra. Muestra de ello es que los guerreros llevaban atado en la espalda, arriba de la cintura, un pequeño espejo de obsidiana o de otro mineral reflejante. Así se localizaron en los esqueletos de los sacrificados por flechamiento y sepultados en los cimientos del Templo Viejo de Quetzalcóatl, en Teotihuacan (Estado de México). De igual forma, una representación de un espejo se ve atado en la espalda de los llamados Atlantes de Tula, que en realidad representan a guerreros; y Tezcatlipoca, uno de los principales dioses del panteón mexica, lleva un espejo humeante en su pie amputado y en su tocado.
Por lo anterior, podemos decir que no es que los mesoamericanos se maravillaran con los “espejitos”, cuentas y otras piezas reflejantes (tijeras, agujas, alfileres, broches) intercambiadas con los españoles, sino que, dentro de su cosmovisión, seguramente tenían un alto valor ritual y un significado religioso; por lo tanto, probablemente fueron recibidos y considerados como objetos que podían ofrendar a sus dioses.
El artículo "¿Los españoles engañaron a los indígenas con espejitos?" del autor Daniel Díaz se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 103.