Su primer número fue editado el 20 de mayo de 1812 y tuvo la misión de difundir los manifiestos que intentarían cambiar la historia novohispana. Además, comunicó las noticias de guerra y motivó a los insurgentes para seguir luchando o unirse a la causa. No estaba redactado con frenesí, sino con inteligencia.

Tras el fusilamiento del cura Miguel Hidalgo en julio de 1811, las autoridades virreinales consideraron exterminado el movimiento insurgente en Nueva España. Pensaron que no habría ya un líder ni organizador capaz de levantar un gigantesco ejército.

Nada más equivocado: el cura José María Morelos demostraría ser también un dirigente natural. A la par, las ideas emancipadoras de José María Cos, Francisco Lorenzo de Velasco, Andrés Quintana Roo, Ignacio López Rayón y otros más se erigieron en una plataforma impresa para expandirse con un nombre más que ambicioso: El Ilustrador Americano.

Su primer número fue editado el 20 de mayo de 1812 y tuvo la misión de difundir los manifiestos que intentarían cambiar la historia novohispana. Además, comunicó las noticias de guerra y motivó a los insurgentes para seguir luchando o unirse a la causa. No estaba redactado con frenesí, sino con inteligencia.

Desde la capital de Nueva España se desbordó una cólera terrible. ¡El papelucho no solo llegaba a la ciudad, sino que las personas lo compraban! ¡La gente se dejaba llevar por ideas pecaminosas y pura insolencia! Así fue que se fraguó la manera perfecta de contrarrestar a la insurgencia escrita con la creación de El Verdadero Ilustrador Americano, acompañado de la persecución y castigo a quienes portaran, leyeran o distribuyeran el periódico insurgente.

La respuesta de los rebeldes sería brillante y jocosa: invitaron abiertamente a sus enemigos a escribir en su periódico. El no temer a la libertad de prensa sería su galante respuesta a la persecución y el hostigamiento. El indicar que la lucha era por la igualdad y no bajo el amparo de una supremacía indicada por el lecho de nacimiento, la máxima estrofa.

Sin embargo, al final la prioridad sería la guerra. Un periódico clandestino no la cambiaría. Por ello, El Ilustrador Americano desaparecería en abril de 1813. No tuvo aniversario, pero varios de sus números se mantienen en nuestras bibliotecas o archivos. Algunos valientes lo guardaron, esperando que su carácter ilegal terminara y pudieran sacarlo en una nueva nación.

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