En la actualidad, se considera que un jugador ha tenido una excelente temporada si promedia .300 o más. Si queda por debajo de .250 es considerado mediocre y hasta inaceptable para un profesional. Las condiciones del siglo XXI, donde los lanzadores son prácticamente máquinas de ráfagas, hacen muy complicado que los bateadores venzan las estadísticas del siglo XX, por lo que simplemente estar sobre .300 (a secas) es sinónimo de ser un bateador altamente destacado.