Y fue ahí, en el último aliento del partido que el capitán y defensa brasileño, Carlos Alberto, dejó en evidencia que el llamado jogo bonito no era exclusivo de los delanteros. En una bella jugada colectiva, en la que Clodoaldo se escabulle de cuatro italianos, el balón llega a la estrella Pelé, quien, observando el marco, prefiere ser generoso y respetar el enorme recorrido de su capitán desde su propia área y le pone un formidable balón directo al área enemiga. Fue ese cañonazo el que dejó alucinado al público.