La misión alemana de espionaje en México fue aprobada por el almirante Wilhelm Canaris, quien a su vez jugó un doble papel en su propio país durante la Segunda Guerra Mundial: como jefe de inteligencia militar, aunque después repudió muchas de las decisiones de Hitler respecto a la guerra y al trato inhumano contra los prisioneros. Canaris terminó conspirando contra el Führer hasta ser descubierto, siendo declarado culpable de traición y condenado a la horca en 1944.