Los alzamientos y motines contra el gobierno en turno fueron frecuentes en la primera mitad del siglo XIX mexicano. El de diciembre de 1844 terminó con el derrumbe de la estatua de Santa Anna en la capital del país y el desentierro de su pierna para arrastrarla por las calles al grito de “¡Muera el cojo! ¡Viva el Congreso!”.