Traición en Texcoco

En esta ciudad se definió la ruta para tomar por asalto a Tenochtitlan

Daniel Díaz

En 1520, Hernán Cortés mantenía preso a Moctezuma II, tlatoani de Tenochtitlan, lo que provocó un clima de inestabilidad política en el imperio mexica que aprovechó Ixtlilxóchitl para traicionar y entregar a los españoles a su hermano Cacama, gobernante de Texcoco que formaba junto con Tlacopan (Tacuba) y Tenochtitlan la Triple Alianza. 

Ante este hecho, Cacama murió asesinado por los españoles durante el ataque en el que los mexicas expulsaron a los conquistadores de Tenochtitlan, episodio que culminó en la llamada Noche Triste.

Cuando los españoles se recuperaron de sus heridas ya contaban con Ixtlilxóchitl como aliado, por lo que tomaron la ciudad de Texcoco, desde donde Hernán Cortés planeó el contraataque a Tenochtitlan mediante la construcción de 12 bergantines que serían determinantes para sitiar la ciudad.

El maestre de flota español, Martín López, dirigió el corte de los árboles y la fabricación de la tablazón que se hizo en Tlaxcala y su correspondiente traslado a Texcoco. Además Cortés mandó fabricar proyectiles para las ballestas y armas como las que usaban sus aliados.

Así, el 28 de abril de 1521 los bergantines fueron soltados al lago de Texcoco. En el primer encuentro, los guerreros mexicas no atacaron porque sus canoas no estaban armadas y sólo servían para transportar a los guerreros quienes combatían en tierra, y aunque durante el segundo encuentro tiraron flechas con sus arcos, piedras y proyectiles con su atlatl (lanzadardos o estólica), los españoles respondieron con sus ballestas, arcabuces y con los pequeños cañones de bronce que las naves llevaban instalados en la proa, matando a un gran número de guerreros mexicas.

Los bergantines avanzaron por las calzadas de acceso a Tenochtitlan, donde ya los esperaba para presentar un verdadero combate el que ya para entonces era el tlatoani mexica, Cuauhtémoc…

 

Esta publicación es un extracto del artículo “Traición en Texcoco” del autor Daniel Díaz y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, número 96.