Uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México es la Catedral Metropolitana. El majestuoso recinto comenzó a construirse en 1567, tarea que se prolongó durante los tres siglos de vida de Nueva España. Por tal razón, reunió el trabajo de algunos de los artistas más reconocidos del periodo, quienes colaboraron en la construcción o embellecimiento de sus cinco naves, como el pintor Juan Rodríguez Juárez o el arquitecto y escultor Manuel Tolsá.
La Catedral vio nacer a México como país independiente y desde el corazón de la República ha sido testigo de sus más de doscientos años de historia. El recinto que enseñorea la Plaza de la Constitución también ha atraído la mirada de miles de viajeros y artistas a lo largo del tiempo. Pintores, dibujantes, cronistas y fotógrafos han intentado inmortalizar su figura con sus pinceles, lápices y lentes.
Cuando en las postrimerías del siglo XIX el fotógrafo estadunidense William Henry Jackson –célebre por la influencia que tuvieron sus imágenes en la creación del Parque Nacional de Yellowstone (hoy en Wyoming, EUA)– llegó a México con un contrato para tomar vistas de los paisajes y ciudades que recorría el Ferrocarril Central Mexicano, la Catedral Metropolitana llamó fuertemente su atención y realizó varias tomas del imponente edificio.
Una de ellas, la que nos ocupa aquí, la tomó en 1884 y fue coloreada con la técnica de fotocromo, que combina la fotografía con la litografía, y vendida como tarjeta postal en 1899 por la Detroit Photographic Co. Lo mismo ocurrió con varias versiones en blanco y negro que comercializó en la ciudad de Denver, donde Jackson estableció su estudio fotográfico y su negocio de venta de postales, cuyas imágenes recopiló en sus múltiples viajes, entre ellos los tres realizados a México en 1883, 1884 y 1891.
La postal nos muestra el edificio completo de la Catedral Metropolitana junto con el Sagrario, en una toma realizada desde la esquina suroeste en la que podemos ver muchos detalles que nos transportan a la lejana década de 1880. En primer lugar, llama la atención que en la base de la torre que tenemos en primer plano aún está empotrada la llamada Piedra del Sol, colocada ahí en 1791, un año después de que fuera encontrada al empedrar la plaza principal. El monolito permaneció adosado a este recinto religioso hasta 1885, cuando fue llevado al Museo Nacional.
Luego, los tranvías de mulitas que circulan frente a Catedral atrapan nuestra mirada. En el original en blanco y negro puede leerse en uno de ellos el número 156 y la leyenda Ferrocarriles del Distrito, una compañía organizada en 1878 que instaló vías férreas para la tracción animal en la ciudad de México y tenía una de sus principales estaciones en la Plaza de la Constitución. Asimismo, mantuvo el control de los tranvías de mulitas hasta 1901.
Esta publicación es un extracto del artículo "Un instante de historia en la Catedral de la Ciudad de México" del autor Luis Arturo Salmerón, que se publicó íntegramente en la revista impresa de Relatos e Historias en México No. 100: http://relatosehistorias.mx/la-coleccion/100-cien-ediciones-contando-his...