Manuel Márquez Sterling, el diplomático ajedrecista

Gerardo Díaz

“No saldrá el tren a ninguna hora”, dijo Francisco I. Madero con tono de resignación. Tomando un retrato suyo, de la mesa del centro, me dijo: “Guárdelo usted en memoria de esta noche desolada”. Esta escena que conservó el embajador cubano Manuel Márquez Sterling del presidente Madero fue la última.

 

Unas horas después, el mandatario mexicano fue ejecutado a pesar de los esfuerzos del caribeño por salvar su vida. Por obvias razones, Los últimos días del presidente Madero continúa siendo su obra más leída y comentada, pero don Manuel tuvo otras notas que los amantes del ajedrez consideran clásicos nacionales y a su autor un pionero de este tipo de publicaciones en México.

Trotamundos, Márquez Sterling se estableció brevemente en 1890 en Mérida, Yucatán. Tenía dieciocho años de edad. Ahí hizo amigos y destacó como un buen conocedor del llamado deporte ciencia, al grado de ser invitado a participar en la Revista Mérida de Ajedrez. En su regreso a la península en 1894 ya está más involucrado con las letras y el periodismo; no obstante, continúa ofreciéndose para expandir el conocimiento del ajedrez.

Lleva sus notas a un paso más allá y publica El Arte de Philidor, una revista exclusiva de ajedrez cuyo nombre fue adoptado en honor del francés François-André Danican Philidor, un notable practicante del siglo XVIII que también escribió y teorizó sobre el juego, estableciendo las reglas del enroque e instituyendo un trato llamado “pieza tocada, pieza movida”, que evita muchos mal entendidos y arrepentimientos fuera de lugar.

El gusto por los escaques lo llevan a conocer en Mérida a otro amante del juego, José María Pino Suárez, quien ofrecía su casa para largas veladas de estrategia. Entre charla y anécdota se hicieron amigos, aunque nadie imaginaría que su destino estaría ligado al de Madero años después. Breve es su estancia en Mérida, pues el llamado de José Martí en Cuba hace eco en su acalorada juventud y trata de unirse a toda costa a la independencia de su país.

La muerte de Martí lo sorprende en Nueva York, pero continúa al servicio de otro destacado rebelde de la isla: Gonzalo de Quesada y Aróstegui. En medio de la incertidumbre sobre el destino de su país, viaja a Madrid. Ahí publica en 1896 su Tratado analítico del juego de ajedrez, para aprender a jugarlo sin necesidad de maestro. También colabora en la Revista Internacional de Ajedrez y está muy cerca del juego hasta que Estados Unidos desequilibra la situación en Cuba, forzando la salida definitiva de España. En el nuevo gobierno, Márquez Sterling se incorporará al servicio exterior.

Sus antecedentes en México harán que sea nombrado embajador en nuestro país. Su reencuentro con Pino Suárez fue tal vez acompañado con una partida de ajedrez, aunque poco durarían esos momentos.

 

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El diplomático ajedrecista