En los primeros años del siglo pasado, mientras estaba en campaña por la gubernatura de Oaxaca, el licenciado Emilio Pimentel propuso a los oaxaqueños la construcción de un nuevo teatro para la capital; incluso, tal empresa fue considerada una de sus primeras acciones de llegar al gobierno. Cabe señalar que Pimentel era miembro del grupo porfirista de los Científicos, además de una persona culta, amante de las artes y pianista aficionado, cualidades que se vieron reflejadas en su administración y lo distinguieron como un destacado promotor de la cultura.
Otro impulsor fundamental de la edificación de un teatro en la urbe oaxaqueña fue el ingeniero militar Rodolfo Franco Larráinzar. Oriundo de la ciudad de México, había llegado a Oaxaca en 1893 para hacerse cargo de la inspección y realización de importantes obras públicas para diferentes gobernadores. Tiempo después, a pocas semanas de que Pimentel tomara posesión del cargo, Franco le envió, el 27 de octubre de 1902, una extensa misiva de cinco páginas en la que le expuso sus motivos para que se construyera un teatro para la ciudad, al considerarlo una necesidad de suma relevancia.
Fue así como unos meses más tarde, el 2 de junio de 1903, Pimentel le comunicó a don Rodolfo –quien había sido nombrado para el importante cargo de ingeniero del estado– que su proyecto había sido aprobado por el Consejo de Administración para la Construcción del Teatro-Casino Luis Mier y Terán, mismo que fue inaugurado el 5 de septiembre de 1909.
Después del acto de inauguración, el periódico La Unión publicó: “El teatro es uno de los edificios más hermosos de la ciudad y se reputa como de primera clase entre los existentes actualmente en la República […] La construcción ha resultado elegante, artística y llena una necesidad social”… “El Teatro es fuerte, seguro, elegante, higiénico”…
Esta publicación es un extracto del artículo “Teatro Macedonio Alcalá” del autor Sergio Spíndola y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, número 96.