Tiempo antes del inicio de la revolución de 1910, un joven treintañero llamado Francisco I. Madero ya conocía la influencia de los periódicos sobre la opinión pública y su eficacia para promover movimientos políticos.
Por eso apoyó la publicación en su región natal de El Demócrata, semanario donde divulgó sus ideas y proyectos, y que fue creado como órgano del Club Democrático Benito Juárez, el cual lo postuló como candidato en las elecciones municipales de diciembre de 1904 en San Pedro, Coahuila. Así lo recordó en sus memorias:
“Me propuse escribir para ese periódico y empecé una serie de artículos que se llamaron “Vox Populi vox Dei”, “Semper ascendis”, “La unión hace la fuerza”, etc. En ese periódico hice mi aprendizaje de escritor político. Nuestro periódico causó gran sensación en todo el estado de Coahuila, pues venía a hablar a los ciudadanos de sus derechos y a invitarlos para la lucha electoral […]. Principiamos la propaganda por la prensa.”
Años más tarde, no dejó de hacer énfasis en la importancia de la prensa, ya como líder opositor al porfirismo. En La sucesión presidencial en 1910, dedica varias páginas a criticar al régimen en ese ámbito: “La falta de libertad de imprenta ha ejercido su influencia especial en la marcha de la administración, pues no habiendo quien se atreva a denunciar las faltas de funcionarios, no son bien conocidas del público”. Además, su libro lo envió a periódicos de casi toda la República y lo dedicó “a los periodistas independientes”.
El coahuilense supo que los diarios eran un instrumento insustituible para cuestionar a los personajes en el poder, proyectar sus propuestas políticas y convencer a los ciudadanos de apoyarlas, tanto en México como en territorios fronterizos de Estados Unidos. En ese sentido, expresó en 1905: “Es necesario caminar rectamente hasta no derribar todos esos serviles sultancillos y cuando ocurra en esa sírvanse decírmelo para empuñar la fusta por medio del periódico [El Demócrata]”. En ese mismo año, al promocionar una candidatura política en dicho impreso, hablaba de esta forma: “trabajando por ella ya en el periódico o por correspondencia particular, sin duda que obtendremos el triunfo”.
Pero no solo estimulaba o auxiliaba a los periódicos afines a sus ideas, también buscaba la adhesión de periodistas noveles o con una larga trayectoria en el oficio. Por ejemplo, Madero mantuvo una fuerte correspondencia con Victoriano Agüeros –fundador de El Tiempo– y Francisco P. Sentíes –colaborador de periódicos opositores a Díaz–. Su epistolario también muestra el relato de la lucha por el poder a través de la prensa, a la vez que confirma su visión sobre la función del periódico como forjador de conciencia y la amplia influencia que puede tener sobre la opinión pública. De igual forma, permiten ver el intenso y constante diálogo con periodistas de toda la República que simpatizaban con su causa, o a quienes apoyaba y convencía para unirse a ella.
Un caso ejemplar es la correspondencia dirigida a Juan Sánchez Azcona –quien sería su secretario particular al llegar a la presidencia–, o a personas cercanas a él, donde le comentaba y aconsejaba sobre su ejercicio periodístico y la línea editorial de impresos, además de quiénes podían ofrecer recursos financieros para la publicación de periódicos. Así lo hizo también con el liberal Filomeno Mata y con el director de La Voz de Juárez, Paulino Martínez, a quien envió dinero para sacarlo de la cárcel.
Por si fuera poco, daba consejos a los periodistas sobre cómo manejar la información, qué tendencia editorial seguir, quiénes podían colaborar en las publicaciones, qué publicar y cómo hacerlo. A Sánchez Azcona, por ejemplo, en 1905 le escribe una carta donde le expresa su alegría por el proyecto de un nuevo diario:
“Mucho gusto tengo que vayas a estar al frente de un importante periódico que según me dices será independiente. Ojalá y sigan una política firme, aunque no sea de oposición sistemática. Causa más impresión en el público un artículo reposado y enérgico que uno lleno de desahogos. Por ese motivo y conociendo tu carácter no dudo que El Presente tendrá un gran porvenir. Con gusto ayudaré a la propaganda de tu periódico.”
En este tenor, Madero vio en el movimiento magonista y en Regeneración a un aliado en su lucha por acabar con el régimen de Díaz; por eso lo auxilió con recursos financieros para que siguiera publicándose. En una carta dirigida a Ricardo Flores Magón y fechada en enero de 1905, le explica que envía dinero para varias suscripciones a Regeneración y que simpatiza con su causa:
“Me puse de acuerdo con varios amigos para mandarle entre todos juntos el valor de nuestras suscripciones por un año. […] Además queremos mandar ayudar a Ud. y sus amigos en la publicación de Regeneración, porque ya nos imaginamos las dificultades que tienen que vencer […]. Espero que esto le será de gran ayuda y cuando se vean muy apurados, avíseme para ver en qué lo podemos ayudar, pues simpatizamos en todo con sus ideas y creemos que su Regeneración tendrá que conocer las Regeneraciones de la Patria, inflamando a los mexicanos de noble indignación contra sus tiranos. Nosotros pronto seguiremos en nuestro Demócrata, pues solo esperamos una prensa para mandarle su publicación.
Aunque poco le duró su simpatía por el movimiento magonista: Madero se alejó de Regeneración y sus creadores tan pronto como estos se radicalizaron y decidieron optar por la lucha armada. En octubre de 1905 escribe: “Nosotros no podemos depender de ellos porque son unos periodistas sumamente exaltados y apasionados, como lo demuestran en el manifiesto que publicaron y en sus artículos de Regeneración”, y agrega que él prefiere “luchar a careta descubierta por el sendero que nos marca la ley” y no como agrupación clandestina y secreta.
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“Empuñar la fusta”