En medio de una grave crisis económica, las campañas nacionalistas con tintes racistas y xenófobos convirtieron a los chinos en el chivo expiatorio del desempleo y la competencia desleal hacia los trabajadores mexicanos. Los gobiernos posrevolucionarios aprobaron leyes antimigrantes y la Secretaría de Gobernación envió inspectores para realizar investigaciones en los principales puertos o fronteras del país donde vivían o podían ingresar los asiáticos.