General Luis Gonzaga Osollo, uno de los “niños héroes” de Chapultepec

Gerardo Díaz

 

En el siglo XIX, liberales y conservadores se enfrascaron en posturas ideológicas que dividieron a una gran generación de mexicanos y que también han influido en no conocer a cabalidad sobre los que al final de la Guerra de Reforma fueron derrotados, como aquellos jóvenes por lo menos igual de talentosos que los liberales vencedores y quienes fueron sus hermanos de armas en el Colegio Militar o compañeros de aula mientras estudiaban medicina o derecho.

 

Tal es el caso de Luis Gonzaga Osollo, nacido el 19 de junio de 1828 en Ciudad de México y que a los once años ya estaba bajo el mando de los instructores del Colegio Militar. Fue, por lo tanto, uno de los “niños héroes” de Chapultepec que sufrieron la invasión norteamericana desde el penoso lado del militar vencido, incapaz de recriminar a sus superiores todo lo que se hizo mal en la guerra contra Estados Unidos (1846-1848).

 

La milicia era su vida y permaneció dentro del ejército hasta ser reconocido como coronel en 1854. A partir de ese momento su hoja de servicios puede ser considerada como brillante o propia de un traidor, según la postura del lector, pues su ideología lo llevó a apoyar los fueros del clero y del ejército tras la Revolución de Ayutla contra Antonio López de Santa Anna, encabezada por Juan Álvarez en ese mismo año.

 

Como parte del ejército del gobierno, Osollo fue derrotado por Ignacio Comonfort en la batalla de Ocotlán en 1856. Más tarde, gracias a su destacada participación en algunos hechos de armas, alcanzó el grado de general de brigada en 1858 y la distinción de jefe del Ejército de Operaciones sobre el Norte.

 

Al iniciar la Guerra de Reforma, Osollo rivalizaba en carisma y eficacia con el general Miguel Miramón, aunque era escasamente más joven que este. De hecho, tras la pérdida de un brazo en una acción cercana a San Luis Potosí, no había duda de su valor y parecería que pronto llegaría a la cima de la facción conservadora. Esto se hizo más claro cuando en junio de 1858 ordenó que Miramón partiera a Guadalajara para frenar el avance del liberal Santos Degollado para luego unir sus fuerzas y atacar el norte. Sin embargo, las condiciones precarias del México del siglo XIX y el constante desgaste físico en campaña hicieron que contrajera tifoidea.

 

El 18 de junio llegaba un mensaje a Miramón en Guadalajara: el general Osollo había sucumbido ante la enfermedad un día antes de cumplir treinta años; por lo tanto, sus tropas se ponían a las órdenes de la otra joven promesa, que organizó los funerales más llamativos que pudo y ordenó guardar luto durante ocho días.

 

Con este deceso, los conservadores tal vez habrían de sufrir la baja más sensible de esa guerra.

 

 

La breve "General Luis Gonzaga Osollo" del autor Gerardo Díaz se publicó en Relatos e Historias en México número 116