Nuestras Historias

  • Historias, relatos y enredos del bandido legendario Joaquín Murrieta

    Historias, relatos y enredos del bandido legendario Joaquín Murrieta

    Ricardo Cruz García

    Este es el recuento de un teléfono descompuesto: un relato que se inicia en Sonora, va recto, después se quiebra, continúa en California, da la vuelta hasta Chile, regresa y el murmullo no para, al contrario, se extiende en imaginación y geografía. Es el recuento de un hombre que es más leyenda que verdad, más mito que historia.

  • El famoso Rayo de Sinaloa, Heraclio Bernal

    El famoso Rayo de Sinaloa, Heraclio Bernal

    Legendarios y rebeldes bandidos

    Heraclio Bernal es otro caso cuya vida fue ahogada por el mito y los corridos, ampliamente difundidos en la trilogía de películas protagonizadas por Antonio Aguilar en los años cincuenta del siglo XX.

  • Pancho Villa

    Pancho Villa

    Legendarios y rebeldes bandidos

    Pancho Villa fue designado gobernador de Chihuahua en diciembre de 1913 por los jefes de las distintas brigadas de la poderosa División del Norte.

  • Manuel Lozada, el Tigre de Álica

    Manuel Lozada, el Tigre de Álica

    Legendarios y rebeldes bandidos

    “Soldados de la Federación, váis a presenciar mi muerte que ha sido mandada por el Gobierno y que así lo habrá querido Dios; no me arrepiento de lo que he hecho; mi intención era procurar el bien de los pueblos. Adiós Distrito de Tepic. ¡Muero como hombre!”. Estas fueron las últimas palabras de Manuel Lozada, el temido Tigre de Álica, antes de caer fusilado el 19 de julio de 1873. Tenía 44 años.

  • Joaquín Murrieta de California

    Joaquín Murrieta de California

    Legendarios y rebeldes bandidos

    Para Hobsbawm, el caso de Joaquín Murrieta de California es “un invento literario, pero lo bastante verosímil como para haber penetrado en el folklore e incluso en la historiografía californiana”.

  • Agapito Treviño, alias Caballo Blanco

    Agapito Treviño, alias Caballo Blanco

    Legendarios y rebeldes bandidos

    “En llegando a Monterrey con el dinero de la venta del único terreno que me quedaba fui asaltado, y en ese peligro invoqué al Niño de Atocha y al momento se apareció el ánima de Agapito Treviño, alias Caballo Blanco, y el asaltante huyó. Por tan grande beneficio doy infinitas gracias”.

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