El poeta y dramaturgo español José Zorrilla fue contratado por Maximiliano I para echar a andar una escuela nacional de teatro, la cual no fructificaría debido a la caída del Imperio en 1867. Zorrilla es el autor de una de las obras hispanas más representadas desde el siglo XIX: Don Juan Tenorio, de la cual se montó una función en honor a la emperatriz Carlota en 1865.
En 1851 llegó a México el actor español José Cejudo, quien fue considerado para dirigir una escuela de declamación, dentro del Teatro Principal. Dos años después, cuando el instituto apenas comenzaba, Cejudo murió y dejó en la orfandad a sus hijas Ana y Rita, que continuaron desempeñándose como actrices.
Otra tentativa para la formación actoral se llevó a cabo durante el Segundo Imperio. Maximiliano de Habsburgo nombró a José Zorrilla director del proyecto para la creación del llamado Teatro Imperial, que consistía en la construcción de un foro dentro del palacio de gobierno, además del apoyo a la formación actoral y a la creación dramática. Como parte de esa iniciativa se realizó una función el 4 de noviembre de 1865, en honor de la emperatriz Carlota, con la representación de Don Juan Tenorio. En la obra participaron las hermanas Cejudo, Rita en el papel de doña Inés y Ana como doña Ana de Pantoja.
Aunque las intenciones de apoyar al teatro sucumbieron junto con el imperio, la carrera de ambas continuó y en 1868 aparecen en el elenco del Teatro Principal, en la categoría de damas jóvenes. Al paso del tiempo, Ana Cejudo logró un sitio destacado entre las actrices. No obstante, se retiró de los escenarios para dedicarse al cuidado de su familia. Por ello cronistas, como Enrique de Olavarría y Ferrari, destacan su abnegación en las labores hogareñas.
Finalmente, las trayectorias de Ana y Rita Cejudo también muestran las dificultades de los gobiernos republicanos para transitar del mecenazgo a la creación de instituciones públicas para la formación actoral, así como los obstáculos enfrentados por las jóvenes aspirantes a actrices protagónicas, cuando la pobreza era considerada una cualidad intrínseca de las intérpretes.
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Miguel Ángel Vásquez Meléndez. Doctor en Historia por El Colegio de México. Fue analista en el Archivo General de la Nación. Entre sus libros destaca: Fiesta y teatro en la ciudad de México (2003); México personificado, Un asomo al teatro del siglo XIX (2012); Entre la diversidad y la especialidad. Enrique de Olavarría y Ferrari en los orígenes de la historiografía teatral mexicana (1869-1896) (2016) y Los patriotas en escena (2018). Actualmente es investigador en el INBAL-CITRU.
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