No hacía mucho que Jeff había salido en busca de la bella Kathie cuando tuvo la certeza sobre su paradero, después de hallar pistas en Nueva York. Él era un inescrupuloso detective privado y ella una prófuga, acusada de robarle miles de dólares a su acaudalada pareja: el hampón Whit Sterling. Jeff arribó entonces a una Ciudad de México que estaba ya densamente transitada a mitad del siglo pasado.
Ahí, agazapados entre las embarcaciones pesqueras que descansan sus redes sobre la arena acapulqueña, Jeff y Kathie se funden por primera vez en un apasionado beso esa noche. La ventisca que sacude sus elegantes ropajes y su modelado cabello puede advertirse gracias a la fuerza con la que el mar rompe sobre la arena, generando un cadencioso sonido que sirve de fondo a las palabras con las que se auguran una mejor vida, ajena a sus pasados despreciables. Por el entendimiento entre ambos, da la impresión de que ya llevan tiempo en el puerto guerrerense, pero la realidad es que solo se han visto un puñado de veces.
No hacía mucho que Jeff había salido en busca de la bella Kathie cuando tuvo la certeza sobre su paradero, después de hallar pistas en Nueva York. Él era un inescrupuloso detective privado y ella una prófuga, acusada de robarle miles de dólares a su acaudalada pareja: el hampón Whit Sterling. Jeff arribó entonces a una Ciudad de México que estaba ya densamente transitada a mitad del siglo pasado.
Pero el corrupto detective solo estaría en la capital por un breve lapso, pues Kathie, que se había hospedado en el Hotel Reforma, ya se había desplazado hacia Acapulco. Entonces, Jeff abordó un autobús que pasó por Taxco antes de llegar al litoral guerrerense. Allí sufrió un “calor insoportable, como nunca había sentido”, aunque se encontraría con que en Acapulco “aún hacía más”.
Por eso su mejor refugio en repetidas veces fue La Mar Café, donde la mezcla de tranquilidad, semioscuridad y calor terminaban por adormilarlo. De repente lo mantenía despierto la música proveniente del Cine Pico, ubicado enfrente de La Mar y al lado de la cantina La Guerreo. Finalmente, una tarde apareció Kathie, quien supo de inmediato que el detective venía por ella. Y es que no siempre se sentaba a su mesa, sin invitación, un extranjero de tal estampa.
Lo que siguió fue el cortejo y, después de varios encuentros en el café, el bar Pablo, el hipódromo o el casino, dieron rienda suelta a su romance, luego de que él visitara la elegante casa “con muebles de bambú y cortinas mexicanas” de Kathie, poseedora de un espectacular jardín tropical. Pero su amor quedará marcado por las traiciones de ambos y no tendrá redenciones ni valoraciones morales, solo la intención de seguir la huida.
Jeff y Kathie protagonizan en Acapulco parte de esta turbia historia llevada al cine bajo el título de Retorno al pasado, un filme que además recorre bellos paisajes naturales y escenarios de Nueva York y Nevada, así como de San Francisco y otras partes de California. Para algunos críticos especializados es la obra cumbre del cine negro estadounidense, el cual tuvo gran auge desde los años cuarenta del siglo XX. Dirigida por Jacques Tourneur, la cinta deslumbró por su calidad artística y alambicada trama.
El reconocimiento no llegó de inmediato, pero con los años sumó nuevas valoraciones que le confirieron prestigio, al que también contribuyeron las exitosas carreras de Robert Mitchum y Kirk Douglas (Jeff y Whit, respectivamente), y por supuesto Jane Greer en el papel de Kathie, quien para muchos es una de las femmes fatales más soberbias de la historia del cine.
Por todo ello, le recomendamos esta gran película, esperando que la disfrute.
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Retorno al pasado