¿Saben cuál fue la batalla que llevó a la presidencia a Porfirio Díaz?

Ocurrió el 16 de noviembre de 1876

Gerardo Díaz

La última batalla de Porfirio Díaz fue en contra del presidente Sebastián Lerdo de Tejada por medio del Plan de Tuxtepec.

 

La acusación fue que su mandato carecía de legalidad y que, al igual que Juárez, anteponía sus ambiciones a los preceptos de la Constitución. Aparte, el gobierno de Lerdo tenía otros enemigos, como los partidarios de José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Lerdo ordenó al ejército someterlos. Si bien Díaz era respetado, no era invencible. Pocos años antes fue derrotado por el ejército leal a Juárez, exiliándose en Oaxaca. Sería el general Ignacio Alatorre, partícipe de esa campaña, quien lo volvería a enfrentar. Era reconocido que este no traicionaría al presidente, a pesar de las deserciones de sus elementos. Así, con inferioridad numérica y sabiendo que no recibiría refuerzos, decidió ir al encuentro de Porfirio en la sierra tlaxcalteca. Solo le preocupaba que la lejanía de su retaguardia lo dejara aislado, así que encomendó una fuerza para cubrirlo y avanzó.

El 16 de noviembre se enfrentó a Porfirio en las inmediaciones del cerro de Tecoac, cerca de Huamantla, Tlaxcala. Con pocos hombres, pero disciplinados y con mejores fusiles y artillería, Alatorre esperaba derrotar a Díaz antes de que a su revolución se unieran las tropas de otros insubordinados, como las del general Manuel González, de quien había recibido noticias de que se encontraba en Apizaco, cerca de ahí. González había recibido órdenes de Díaz de posicionarse en esta población y evitar así un posible refuerzo para Alatorre.

González desobedeció las órdenes de su compadre y, sin que lo notara el enemigo, cabalgó hacia Huamantla. Porfirio se encontraba al borde de la derrota tras los combates que iniciaron desde la mañana del 16 de noviembre. Entonces, alrededor de las tres de la tarde, apareció González y lo decretó todo. Díaz tenía paso libre hacia Palacio Nacional.

El general González tenía un muñón, recuerdo de sus años defendiendo Puebla contra los franceses. La fortuna quiso que una bala se le incrustara en lo que le quedaba de brazo. Pero no importaba, el Manco de Tecoac había cumplido. “Querida Fina –escribía Díaz a su esposa–. Convendría que Laura [esposa de González] viniera a Huamantla, porque nuestro compadre está un poco raspado”.

 

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Tecoac, la batalla que llevó a la presidencia a Porfirio Díaz