El atardecer está a punto de extinguirse y en el paraninfo de la Escuela de Medicina hay una gran expectación. Es el lunes 18 de enero de 1886. Entre académicos, reconocidos dentistas, estudiantes y familiares, el salón se llena de numerosos curiosos que quieren ser testigos de un hecho histórico: el examen de Margarita Chorné para obtener el título de cirujano dentista, con lo que se convertirá en la primera mujer profesionista de México y –después se enterará– de toda Latinoamérica.
Llegar ahí no fue fácil y el jurado, entre quienes se encuentra el prestigioso doctor Rafael Lucio, es muy exigente a la hora de calificar a la joven. Sin embargo, Margarita lleva años estudiando todo lo concerniente a los dientes, muelas, placas, abscesos y curaciones en libros y revistas de Francia y Estados Unidos, además de practicar en el gabinete de su padre, don Agustín Chorné, y luego en el de Ignacio Chacón. Conocimiento y experiencia hacen que la señorita responda con acierto a todas las preguntas y apruebe su examen por unanimidad entre aplausos, felicitaciones y una que otra lágrima que no dudó en salir.
De acuerdo con su biógrafa Martha Díaz, Margarita Chorné y Salazar llegó al mundo hace 155 años, el 22 de febrero de 1864, en plena invasión francesa a México. Nacida en la capital del país, hizo sus primeros estudios en una escuela de párvulos y luego en un colegio de monjas. Pronto destacó debido a su inclinación por la música y su habilidad para tocar el piano, además de aficionarse a la ópera y la equitación. Antes de cumplir quince años, ya se veía que iba a ser muy distinta a sus hermanas.
Margarita prefería la biblioteca de su padre y montar a caballo que la cocina u otras labores domésticas. Seguramente por ello quiso continuar sus estudios en el colegio laico de las Vizcaínas, donde aprendió sobre historia natural, física, química y matemáticas, entre otras disciplinas. Aparte, después de clases acudía al gabinete dental de don Agustín y de su hermano Rafael, el mayor de la familia y también dentista. Allí recibía a los pacientes, limpiaba los materiales y procuraba mantener todo en orden.
Su afición por la dentistería la llevó a consultar libros y revistas en francés e inglés sobre la disciplina, además de inmiscuirse cada vez más en las labores del gabinete de su padre, como en la fabricación de dentaduras, placas y otras piezas. Sin embargo, no podía atender a los pacientes. Para superar ese obstáculo, un día finalmente tomó la decisión: quería dedicarse a esa profesión toda su vida… pero para ello necesitaba contar con el título de cirujano dentista.
La noticia cayó como bomba en la familia. ¿Cómo era posible que su hija quisiera ocuparse en una labor solo de hombres en lugar de aprender las tareas domésticas, casarse, formar un hogar y ser madre? ¿Qué iba a pensar la sociedad de Ciudad de México sobre los Chorné? Al final, pese a las reticencias, don Agustín respaldó el deseo de la joven, por lo que más tarde Margarita acudió al gabinete del doctor Ignacio Chacón, hijo del primer dentista mexicano.
Su estancia allí, durante la cual hizo con dedicación estudios teóricos y prácticos, le valió para contar con el aval de Chacón respecto a que tenía el conocimiento y la experiencia suficientes para presentar su examen de dentista. Con ello y las cartas de recomendación de tres personas reconocidas que certificaran que la joven era una persona con solvencia moral, Margarita pudo presentarse en 1886 ante el jurado calificador en la Escuela de Medicina de la capital mexicana, donde la dentistería era una especialidad, pues el país aún no contaba con una escuela para la enseñanza de esta materia, muchos menos una que expidiera títulos en esa disciplina.
La noticia de la primera mujer profesionista de México también atrajo el interés de la prensa. La Patria expresó: “El examen brillante de la Srita. Chorné abre un amplio campo a importantes reflexiones de los adelantos que se pueden obtener por algunas jóvenes que se dediquen a un ramo tan notable de la cirugía”. Agregaba que el laboratorio dental de los Chorné “hoy tendrá además el atractivo de que las señoras podrán ponerse en manos de una joven diestra e inteligente”. Aunque también hubo quienes criticaron que, si muchas mujeres seguían los pasos de la nueva dentista, se provocaría la “destrucción del hogar”.
Pese a todo, de esta manera Margarita Chorné, quien moriría en 1962, abría las puertas del mundo profesional, hasta entonces dominado por los hombres, a las mujeres en México y también en América Latina, pues en 1908 Francia le otorgó un reconocimiento por ser la primera profesionista en toda la región.
El artículo breve "Margarita Chorné. La primera profesionista de América Latina" del autor Ricardo Cruz García se publicó en Relatos e Historias en México número 126. Cómprala aquí.