¿Quién fue Enrique Colunga?

El gran prudente de la Revolución en Guanajuato

Pablo Serrano Álvarez

 

Partícipe de la Constitución de 1917, el diputado Enrique Colunga argumentó la necesidad de revitalizar a la República y no solo la capital. “Estamos convencidos de que ella tiene vitalidad, fuerza intelectual y espléndida salud moral. Esta convicción es la base de nuestro anhelo federalista”.

 

Enrique Colunga, hijo predilecto de Celaya, en donde “asentó sus reales”, es decir, donde emprendió la vida como abogado, empresario y político, y donde reposan sus restos, fue un personaje entre dos siglos. Alguien que transitó entre el viejo y el nuevo régimen. Protagonista de la historia guanajuatense del Porfiriato y la Revolución, pero también anclado en la vida política nacional de la posrevolución.

Nació en Matamoros, en la región lagunera coahuilense, el 1 de agosto de 1877. Sus padres tuvieron una estancia corta en Coahuila. José Colunga, su padre, era originario de la ciudad de León, y su madre, María Luisa Meade, había nacido en la ciudad de Guanajuato. La familia pronto volvió a residir en León. De hecho, Enrique hizo en esa ciudad gran parte de los estudios secundarios y preparatorianos.

La Escuela Secundaria de León, dirigida en 1889 por personajes destacados como Mariano Leal, Marcelino Sierra, Celso López y Toribio Esquivel Obregón, fue un espacio educativo de gran prestigio en la ciudad leonesa, que por ese entonces vivía un gran auge de las actividades agrícolas, comerciales e industriales. La formación humanista era fundamental para las distintas generaciones de estudiantes. Las cátedras de Gramática, Literatura, Latín, Griego, Historia, Literatura francesa, Antropología y Filosofía fueron encaminadas a ese propósito. Además, la formación incluía Matemáticas, Física y Química. Eran complemento las materias o talleres de Dibujo, Fotografía y Teneduría de Libros. En esa escuela se formaron generaciones de estudiantes que después destacarían en la vida de Guanajuato en distintas vertientes; entre ellos, Enrique Colunga.

Manuel Doblado, hijo del extinto personaje liberal, casado con la media hermana de Colunga, María Luisa Veramendi, puso los medios para que Enrique fuera a estudiar a la actual capital guanajuatense, buscando una beca del entonces gobernador del estado Manuel González, quien otorgó el financiamiento para que ingresara al Colegio del Estado de Guanajuato, por entonces muy prestigioso para el estudio del derecho. La beca fue concedida a partir del mes de enero de 1893.

 

La irrupción en la vida política

 

Antes de obtener el título de abogado, Colunga tuvo una vida intensa en el medio político de la capital guanajuatense. Figuró como orador en varios actos públicos y ante la presencia de la clase política, incluido el gobernador Joaquín Obregón González. Además, había sido nombrado juez cuarto municipal por parte del jefe político de Guanajuato, Cecilio Estrada. Durante ese mismo año, junto con un grupo de condiscípulos, Colunga participó en la fundación de un Liceo Literario, donde se realizaban actividades de lectura, oratoria y escritura. Producto del Liceo fue el periódico Apolo y Temis, donde Colunga escribió algunos temas de jurisprudencia. Este medio tuvo una importante presencia hasta el año 1901.

Colunga recibió el título de abogado en diciembre de 1898. También obtuvo el reconocimiento por su trayectoria como estudiante, pero también por figurar en la plana de oradores en actos oficiales o de conmemoración. Una vez recibido, permaneció un tiempo en esa capital y poco más tarde buscó fortuna en Celaya, ya que había tenido vínculos con un grupo de políticos locales, ya que había sido orador en varios festejos públicos con anterioridad; además, porque se empezó a desempeñar como litigante asociado a Fernando Lizardi, cuya familia tenía un despacho de abogados en la localidad. Con él coincidiría años más tarde en el Congreso constituyente de Querétaro (1916-1917).

Al igual que muchos jóvenes de su generación que no conocieron otro régimen que el porfiriano –habían nacido con él– se convirtió en un crítico feroz del sistema encabezado por Porfirio Díaz. Por ello hizo eco de la campaña opositora iniciada por Francisco I. Madero y se convirtió en precursor del antirreeleccionismo en la llamada Puerta de Oro del Bajío, que al despuntar el siglo XX era la tercera más importante de Guanajuato. Ya desde inicios de 1909, Colunga participó como socio de primera clase en la Sociedad Mutualista “La Fraternal”, así como en varios actos públicos opuestos al régimen.

 

La adhesión a la causa revolucionaria

 

En los primeros meses de 1911, Colunga y otros personajes locales crearon la Junta Política Provisional, que tuvo como intención convertirse en la Agrupación Política Celayense el 28 de abril, bosquejando un programa de acción política para insertarse en los procesos electorales siguientes. Las reuniones se realizaron en el número 17 de la calle de Guadalupe. La vinculación con el maderismo aceleró con creces la acción de esta organización y la posición de liderazgo de Colunga.

En el seno de la agrupación se fundó también un órgano de propaganda denominado La Nueva Era, cuyas oficinas funcionaron en el mismo despacho que Colunga tenía con Jesús Oliveros y Manuel Molina en las calles de San Francisco, en el centro de la ciudad.

El 6 de junio de 1911, Madero pasó por Celaya en su viaje triunfal hacia el Distrito Federal, después de la batalla de Ciudad Juárez. Venía acompañado por su esposa y su cuñada, pero también por una comitiva destacada, integrada por Juan Sánchez Azcona, Giuseppe Garibaldi, Gustavo y Raúl Madero, entre otros. En la estación del Ferrocarril, Enrique Colunga y Arturo Díaz fueron los encargados de su recibimiento y de brindar honores a los visitantes. Colunga fue el orador.

Ese día, el empresario español Eusebio González organizó un banquete, luego del mitin oficial que respaldó la llegada de tan distinguido visitante. En el brindis, Colunga se dirigió al público para arengar acerca de la figura de Francisco I. Madero y su importante presencia en la ciudad de Celaya. Sus palabras cerraron el acto: “Señores: apurad vuestras copas por el inspirador de ese grito que ha sido a la vez, inconsciente rebeldía del oprimido, reproche a los tiranos, alarido de triunfo en los combates, grito que comenzó a exaltarse ahogadamente y que repercutirá con voz vibrante en la eternidad de los tiempos: ¡Viva Madero!”.

 

El líder intachable de Celaya

 

La Agrupación Política Celayense se vio fortalecida luego de la visita de Madero. La institucionalización condujo a encabezar la mesa directiva al doctor Francisco de P. Paredes, luego de que la junta provisional había sido encabezada por Colunga. El programa político de esta organización estuvo listo para entonces, considerando aspectos relacionados con la disminución de los poderes de los jefes políticos, los procesos electorales controlados, la libertad de imprenta, la independencia del poder judicial, el desarrollo agrícola, la renovación educativa, la irrigación, la nivelación de los impuestos, la beneficencia pública, el mejoramiento de los indígenas, la higiene pública, entre otros más.

El 25 de junio siguiente se dio a conocer que la Agrupación Política Celayense se uniría con otras organizaciones y clubes políticos del estado de Guanajuato para postular como candidato a gobernador constitucional a Enrique Colunga. Su campaña electoral dio comienzo desde el 9 de julio. En la misma propaganda de las organizaciones que lo apoyaron se estableció que era el Gran Prudente, dada su trayectoria como abogado y su caballerosidad, reputación, honestidad, modestia y temperamento reposado como rasgos de su personalidad; con antecedentes políticos intachables y cuyo liderazgo era incomparable.

La campaña por la gubernatura enfrentó a varios personajes del estado, pero finalmente se impuso el Lic. Víctor J. Lizardi, condiscípulo del Colegio del Estado, al ganar las elecciones el 1 de octubre de 1911. Colunga entonces volvió a trabajar en su despacho jurídico en Celaya. Aceptó ser ministerio público, puesto que ocupó en diversas oportunidades entre 1912 y 1916. Volvió a destacar como dirigente de La Fraternal, además de varios encargos como síndico y regidor del ayuntamiento de la ciudad.

 

Protagonista de la Constitución de 1917

 

La terrible lucha de facciones que siguió al derrocamiento de Victoriano Huerta tuvo su desenlace precisamente en Celaya en la primavera de 1915, resultando triunfante el grupo carrancista. Meses más tarde, el estado experimentaría los esfuerzos por conseguir la estabilidad política. Colunga no fue ajeno a esta dinámica e involucrado en la política local, en 1916 se adhirió al Partido Liberal Guanajuatense, asociado al Partido Liberal Constitucionalista de alcance nacional. Resultó electo diputado local y coadyuvó a la promoción de un proyecto de reformas a la constitución del estado que contemplaba, entre otras cosas,  la solución a las demandas agrarias, la elaboración de una legislación en materia de trabajo, la nacionalización de los bienes de quienes se opusieran al constitucionalismo, el respeto al voto y la enseñanza libre y laica.

El 21 de septiembre de 1916 se convocó a elecciones para elegir diputados para el Congreso constituyente de Querétaro. Enrique Colunga fue propuesto por los carrancistas como candidato por el Décimo Distrito de Guanajuato, con sede en Celaya. El 22 de octubre se realizaron las elecciones, por lo que el 2 de noviembre Colunga se convirtió en diputado federal para asistir al Congreso.

Así, Colunga aportó su talento a una delegación guanajuatense que se distinguía porque sus integrantes eran egresados del Colegio del Estado y se encontraban afiliados al Partido Liberal Constitucionalista, cuya plataforma defenderían en el Congreso: reforma agraria, legislación del trabajo y previsión social, autonomía municipal, educación, independencia de los poderes y respeto a la soberanía de los estados. Participó activamente en los debates, principalmente en los que tuvieron que ver con la educación, la libertad de prensa, la propiedad territorial y los derechos laborales. Tuvo sus enfrentamientos con miembros del mismo grupo radical. Colunga redactó varios dictámenes y perteneció a la Comisión Constitucional a lo largo del Congreso.

Al concluir los debates, Colunga dejó plasmado su pensamiento: “Entre las aspiraciones que compartimos, la que más me liga en simpatía con Ud. [se refería a David Pastrana Jaimes] es la de vindicar a la provincia. Estamos convencidos de que ella tiene vitalidad, fuerza intelectual y espléndida salud moral. Esta convicción es la base de nuestro anhelo federalista”.