Primeros poblamientos de Monterrey

Por los portugueses Alberto del Canto y Gaspar Castaño

Enrique Tovar Esquivel

El virrey Martín de Enríquez de Almansa ordenó al corregidor de Huejutla, Luis de Carvajal, encontrar una ruta del Mazapil, en Zacatecas, hasta el Pánuco. En esa ruta Carvajal encontró el valle en donde se fundaría Monterrey. Pero esa vía no fue utilizada porque se reforzó el Camino de Tierra Adentro hacia México, y Monterrey permaneció con muy poca población durante tres siglos.

 

A sabiendas de que ya existían algunas minas descubiertas en el valle de Extremadura, el poblamiento se volvió necesario para proveer de hombres dispuestos a trabajarlas e impulsar nuevos asentamientos, aunque más pequeños, con el objeto de practicar actividades agrícolas y ganaderas.

En 1577, el capitán Del Canto fundaba la villa de los Ojos de Santa Lucía. El testimonio de la fundación aparece en el Documento del Parral: “el susodicho capitán Alberto del Canto, año de (mil y quinientos y) setenta y siete, por comisión de dicho (teniente de) gobernador de este reino, Martín López de Ibarra, pobló el valle de Extremadura, y se llamó Ojos de Santa Lucía, que hoy se llama ciudad de Monterrey”. Lejos de ser una referencia de oídas, se trata de una declaración documentada del gobernador don Luis de Valdés y Rejano, quien apuntó haber “visto y reconocido los archivos” de su gobierno “desde tiempo antiguo”.

En todo caso, si un sentido estuvo implicado, fue el de la vista, no el del oído. Al señalarse el poblamiento del valle de Extremadura, se hace referencia directa a los Ojos de Santa Lucía; dicho de otra manera, el lugar donde se realizó la primera fundación de la actual capital de Nuevo León fue el mismo sitio donde la fundó por segunda vez el capitán Gaspar Castaño de Sosa y en una tercera ocasión Diego de Montemayor.

Un nombre peculiar

El origen del primer nombre que tuvo la actual ciudad de Monterrey es probablemente geográfico, toda vez que la fundación se hizo entre los ojos de agua que existían y derivaban en un arroyo. Por asociación con Santa Lucía, cuyo atributo principal son unos ojos sobre una charola, a tal sitio le llamaron de esa manera.

El nombre quedó fijado en el lenguaje de la gente aún después de la muerte de su fundador. El obispo Alonso de la Mota y Escobar, en su Descripción geográfica de los reinos de Galicia, Vizcaya y León, escrita entre 1605 y 1606, señaló que “antes que esta Villa se nombrara de Monterrey la solían nombrar de Santa Lucía y hoy día la llaman así algunos, y aunque son dos nombres distintos suponen por una misma cosa”. Todavía en 1621, Domingo Lázaro de Arregui lo usó en su Descripción del Reino de la Nueva Galicia, donde escribe que “entre el norte y el oriente a dos jornadas (de Mazapil) está el Reyno de León y población de Santa Lucía”.

Fundación de Saltillo

En ese mismo 1577 se fundó la villa del Saltillo “por el capitán Alberto del Canto, alcalde mayor de las minas de San Gregorio y valle de Extremadura”, lo cual fue confirmado y aprobado, una vez más, por el teniente de gobernador Martín López de Ibarra. Desde entonces, perteneció a la jurisdicción de Nueva Vizcaya.

Interesa lo escrito por el gobernador Martín López, pues refiere que el fundador del Saltillo era alcalde mayor de las minas de San Gregorio y del valle de Extremadura, entendiéndose que este último es la villa de los Ojos de Santa Lucía, ya que nadie es alcalde de un territorio despoblado.

Ahora bien, se entiende el interés de fundar primero en el valle de Extremadura por la existencia de las minas de San Gregorio (en Cerralvo). Martín López, desde Durango, aprovechó la ocasión para ejercer un control sobre el paso descubierto por Carvajal al fundar una población a cada extremo de la Sierra Madre Oriental (Saltillo y Ojos de Santa Lucía). Esto le permitía paso franco al mineral de San Gregorio y, al mismo tiempo, extendía el dominio del Reino de Nueva Vizcaya, ganándole la carrera expansionista a los conquistadores de la Nueva Galicia, de Guadalajara. Además, ese año Alberto del Canto “pacificó el pueblo de Potosí y valle de Coahuila”, aparte de descubrir unas minas que “puso por nombre la Trinidad”.

 

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Las fundaciones de Monterrey