Morir bajo tierra en Nueva España

Pilar Gonzalbo Aizpuru

La prosperidad novohispana fue impulsada por la minería. Muy pronto comenzó la búsqueda de minerales valiosos y no tardaron en surgir los primeros indicios de una riqueza que duraría varios siglos.

 

La gran prosperidad de la Nueva España, la riqueza de tantas familias y las aportaciones fabulosas de plata enviada a España no habrían sido posibles solo con los recursos de la agricultura, que tampoco habría sido tan productiva sin el impulso proporcionado por la minería. Muy pronto comenzó la búsqueda de minerales valiosos y no tardaron en surgir los primeros indicios de una riqueza que duraría varios siglos. El señuelo de la plata en varias regiones fue también el impulso de la expansión de la población hispana y mestiza. Con ella llegaba una urbanización, casi siempre irregular y desordenada, pero finalmente exhibida en grandes templos y suntuosas residencias. A diferencia del virreinato del Perú, en donde parecía inagotable la producción del Potosí, en la Nueva España las rocas argentíferas aparecían en distintos lugares, con vetas juguetonas que deslumbraban por un tiempo, parecían extinguirse y resurgían un poco más lejos, un poco más profundas o un poco más o menos ricas en distintos momentos.

Entre los compañeros de Hernán Cortés, los que se llamaron a sí mismos conquistadores, llegaron unos vecinos del pueblo sevillano de Guadalcanal, que había caído en la ruina al agotarse sus minas de plata. En Taxco encontraron unas rocas similares a las que ya no se encontraban en su tierra y allí se establecieron para explotar la riqueza del subsuelo. Mediando el siglo XVI se conocieron las minas de Zacatecas y años más tarde irían apareciendo diferentes variedades de minerales argentíferos, que dieron prosperidad a otras regiones. Guanajuato, Pachuca, Durango, San Luis Potosí… vieron crecer su población y enriquecerse a los afortunados que se beneficiaron de la explotación, a la vez que acudían trabajadores dispuestos a arriesgar su salud y su vida a cambio de una imaginaria prosperidad. Porque incluso los modestos trabajadores que bajaban a las profundidades de la tierra en busca del pequeño resplandor de una veta generosa, podían beneficiarse gracias al modo en que se organizaba el trabajo.

Los intentos de ocupar esclavos fracasaron porque un esclavo era una inversión que debía amortizarse y dar fruto, lo que se frustraba en condiciones insalubres y de alto riesgo. Tampoco podía recurrirse al trabajo forzado de los indios, que las leyes prohibían salvo situaciones excepcionales.

Lo más productivo era contratar a los muchos voluntarios que optaban por correr el riesgo, muy alto, de trabajar en condiciones insalubres y arriesgarse en el descenso y ascenso de los socavones, cargados con las rocas arrancadas a golpe de pico. El salario, siempre raquítico, no habría sido suficiente atractivo, si no lo hubiera acompañado el derecho a acarrear una última carga para su propio beneficio, después de cumplir con lo exigido. Con suerte, destreza y buen conocimiento, gracias a esa carga extra, “el partido”, no faltaron trabajadores y, frente a tantos que murieron, hubo algunos que se enriquecieron. Precisamente en Guanajuato, en el siglo XVIII, tiempos de prosperidad y abundancia, se quejaron los vecinos españoles de que había “gente de color” que vestía de terciopelo, montaba a caballo y pretendía vivir en el centro, la zona señorial. En su empeño por mantener la distancia que era lo que les quedaba de su antiguo señorío, los españoles solicitaron a las autoridades que se obligase a los miembros de las castas a llevar algún distintivo por el cual se les pudiera distinguir. No se atendió a tal demanda, que solo sirve hoy, como pudo servir hace 300 años, para hacer patente que no existían las imaginarias diferencias que algunos alegaban como muestra de superioridad natural.

 

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #163 impresa o digital:

“Vida cotidiana en Nueva España”. Versión impresa.

“Vida cotidiana en Nueva España”. Versión digital.

 

Recomendaciones del editor:

Si desea conocer más historias de la vida cotidiana en la Nueva España, dé clic en nuestras secciones “Vida Cotidiana” y “Vida Novohispana”.

 

Title Printed: 

Vida cotidiana en Nueva España