Las dos caras de la División del Norte

La toma de Ojinaga

Gerardo Díaz

El 11 de enero ordenó un ataque general. La defensa de Ojinaga se desbarató. Ni Orozco ni Mercado ni nadie pudo evitar la desbandada de la tropa hacia Presidio.

 

En julio de 1912, la División del Norte del Ejército federal demostraba su eficacia y lealtad para con el presidente Madero. En una brillante campaña, los hombres de Victoriano Huerta desbarataron a los llamados colorados de Pascual Orozco y brindaron oxígeno puro a una presidencia atacada desde distintos frentes. Un año y medio después, el escenario sería cruelmente diferente. Madero fue asesinado, el general Huerta asumió espuriamente el poder Ejecutivo, mientras que el Ejército federal lo aplaudía e incorporaba en sus filas al otrora enemigo Pascual Orozco.

En contrapeso, los críticos a esta situación se levantaron en armas. Improvisados, en forma de guerrillas y aprovechando el conocimiento geográfico de sus regiones, fueron acrecentando su número y aislando a los federales en las ciudades. Varios de ellos unificaron sus tropas el 29 de septiembre de 1913 cuando nació la División del Norte revolucionaria que, bajo el mando de Pancho Villa y otros líderes populares, acorralaría a las fuerzas huertistas. Con Torreón incomunicada y los accesos a Jiménez, Camargo y Parral en manos de los revolucionarios, Chihuahua tenía que soportar el embate villista o ser evacuada. En una controvertida decisión, el general Salvador R. Mercado ordenó el traslado hacia Ojinaga, un poblado fronterizo con Presidio, Texas; era una garantía para salvar la vida por intermediación de los estadounidenses, en el peor de los casos.

Del 13 de diciembre al 10 de enero, la otrora orgullosa División del Norte federal tuvo que soportar los embates en Ojinaga. Al principio parecía que tenían posibilidades. Villa no había mandado la totalidad de sus hombres y los descoordinados ataques eran bien repelidos. Pero en enero el Centauro se hartó. El día 5 firmó con la Mutual Film Corporation la autorización para grabar escenas de campaña por veinticinco mil dólares en efectivo y el veinte por ciento de las ganancias del filme concluido. Así que había que terminar el asunto de Ojinaga para reactivarse económicamente y comenzar la campaña hacia la capital del país.

La presencia de Villa transformó el escenario. El 11 de enero ordenó un ataque general. La defensa de Ojinaga se desbarató. Ni Orozco ni Mercado ni nadie pudo evitar la desbandada de la tropa hacia Presidio. Los cuerpos flotaban en el río. La sangre teñía las aguas de rojo. Las espaldas tenían orificios de balas. No se sabe si de los superiores castigándolos por huir o de los atinados villistas. Al final del día, el general Mercado tuvo razón. Los estadounidenses detuvieron a más de tres mil hombres por violar las leyes de neutralidad; pero, de no haberlo hecho, hubiesen sido masacrados. Este fue el triunfo de la División del Norte popular que exterminó a la federal y que con impulso propio fue conocida en México y el mundo.

 

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