La invasión a Veracruz de 1914

Leonardo Jiménez

La invasión estadounidense al puerto de Veracruz inició el 21 de abril de 1914 y se mantuvo hasta noviembre del mismo año.

 

En agosto de 1914 inició un conflicto militar entre los imperios europeos que involucraría a la mayoría de sus colonias alrededor del mundo: la Primera Guerra Mundial. México permanecería neutral en esta pugna; no obstante, se encontraba en medio de una lucha civil que tenía ya cuatro años derramando sangre y que alcanzaría la categoría histórica de revolución.

En ese contexto surgió la amenaza de la intervención militar de Estados Unidos a México, la cual inició con la toma del puerto de Veracruz el 21 de abril de ese mismo año. La presencia estadounidense se mantendría hasta noviembre siguiente.

Antes de la invasión

La invasión estadounidense al puerto de Veracruz se inserta en lo que el historiador Alan Knight llama la segunda etapa de la Revolución mexicana, que comienza con el golpe militar al gobierno de Francisco I. Madero en febrero de 1913, con el cual el general Victoriano Huerta se hizo del poder Ejecutivo.

Ahora bien, las acciones militaristas y políticas de Huerta –como la del 10 de octubre de 1913, cuando disolvió el Congreso– no fueron bien vistas por el gobierno estadounidense, que respondió levantando el embargo de armas en favor del Ejército Constitucionalista en febrero de 1914, con lo cual el Primer Jefe de la revolución, Venustiano Carranza, tenía más posibilidades de combatir al huertismo. En esta etapa se darían las fricciones más marcadas con las tropas de Estados Unidos en territorio mexicano.

Legitimar la intervención

Para que la intervención norteamericana al puerto de Veracruz tuviera un sustento “legal”, debía tener primero el visto bueno de su Congreso. La Doctrina Monroe le daba la justificación ideológica, pero necesitaba un pretexto, y este no tardó en darse: el 9 de abril, en el puerto de Tampico, marinos estadounidenses del U. S. S. Dolphin fueron arrestados por el ejército federal en tierra firme, al tratar de conseguir combustible para la embarcación: la “ofensa” a la bandera de las barras y las estrellas estaba hecha.

El presidente estadounidense Woodrow Wilson no deseaba intervenir en los asuntos de la “hermana república”, pero lo ocurrido no podía quedar impune, por lo que solicitó al Congreso el uso de las fuerzas armadas con la finalidad de que Huerta reconociera los derechos y la digna autoridad de su país. La petición fue aprobada con 323 votos contra 29; entonces, 65 barcos de guerra zarparon rumbo a Tampico y a Veracruz, con 695 cañones y cerca de 30,000 hombres.

Huerta frente a la invasión

A diferencia de la Marina de Estados Unidos –una de las más importantes del mundo en aquella época, junto con las de Inglaterra y Alemania–, la mexicana se enfocaba más en operaciones de vigilancia y policía con respecto al comercio y defensa de las costas. Por tanto, la guerra naval no era una opción.

Al mismo tiempo, Huerta esperaba la llegada del barco alemán Ypiranga con casi 580 toneladas en armas compradas en Francia, Inglaterra, Suiza y el vecino país del norte. Estas habían viajado siguiendo la ruta Estados Unidos-Odesa-Hamburgo-Veracruz, con la cual el presidente de facto buscaba burlar el bloqueo naval impuesto por la nación estadounidense. A finales de mayo descargó finalmente en Puerto México, Coatzacoalcos, y de esa forma el huertismo aumentó veinte mil fusiles y quince mil cajas de municiones a sus pertrechos.

 

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