El padre del soul, héroe musical para la comunidad negra, el joven que rompió las barreras raciales, el impulsor del peinado afro, líder del “poder negro” a la par de Malcolm X y Muhammad Alí, el impecable imitador de Frank Sinatra… son solo algunos epítetos que expresan la importancia de Samuel Cook, mejor conocido como Sam Cooke, un nombre que él mismo eligió.
Este carismático músico nació en Misisipi en 1931, en una época en la que aún permeaba el recuerdo del esclavismo en sus ancestros y también en la que muchos negros, sobre todo hombres, eran perseguidos, torturados y linchados por prejuicios en torno a su color de piel. Quizá sin vislumbrar un horizonte próspero en el sur de Estados Unidos, el padre de Sam decide mudarse a Chicago, donde logra tener una iglesia en la que el pequeño Samuel cantaba junto con sus hermanos.
Pero en Chicago, una urbe en crecimiento, Samuel también se hallaría en medio de ese mundo complicado producto de la segregación racial. En Bronzeville, por ejemplo, había una serie de calles con centenas de prósperas tiendas solo para afroamericanos. “Una especie de Wall Street negro” apartado de la dinámica social de los blancos. Era el mismo caso de las iglesias que entonces estaban muy ligadas a la política. Dicha relación la expresaban figuras como el joven Martin Luther King o el reverendo C. L. Franklin (padre de la famosa cantante Aretha Franklin y gran predicador del siglo XX en Estados Unidos), quienes serían una notable influencia para Sam y sus posteriores composiciones musicales y activismo.
Perteneciente a la primera generación de rocanroleros que escuchaban a Little Richards o Chuck Berry, y al igual que varias estrellas de su generación como el propio Elvis Presley, Sam se crio musicalmente oyendo y cantando góspel. Con un inigualable talento, dio sus primeros pasos en la industria musical siendo adolescente, como integrante de los Soul Stirrers, un grupo al que fue convocado para sustituir a uno de sus integrantes cuando apenas tenía quince años.
Sin embargo, su paso con ellos fue breve, comenzando luego una carrera de solista que tendría una gran aceptación. A partir de entonces, tuvo un ascenso meteórico, respaldando a la vez la lucha contra las leyes de Jim Crow, que separaban a negros de blancos en el espacio público, lo que lo llevó a enfrentrarse al sistema de segregación racial.
Presentaciones televisivas, apasionantes conciertos como el del Harlem Square Club de 1963 –a la postre considerado un hito–, programas de radio y marchas como la de Washington en agosto de 1963 en demanda de empleo y libertad, fueron algunos de los foros en los que Sam promulgó sus ideales en torno a la igualdad y derechos de los afroamericanos, a quienes conminaba a alzar la voz. Así lo dijo en 1960: “Siempre he detestado a la gente de cualquier color, religión o nacionalidad que no tiene el coraje de levantarse y hablar sin miedo a las represalias”.
Para 1964 era un hecho que Sam cobraba una creciente importancia en la música, la cual aprovechaba como plataforma de la lucha a favor de los derechos de la comunidad afroamericana, en la que además se erigía como un líder importante. Así quedó demostrado en ese mismo año, cuando el famoso boxeador Cassius Clay (el futuro Muhammad Ali) lo subió al ring para presentarlo ante el mundo… (Continuará).
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