De la nivelación del presupuesto, arreglo de la deuda y moralización del personal, a eliminar la corrupción de la planta laboral hacendaria, subsanar la falta o imperfección de la información estadística, disminuir los costos de recaudación y simplificar los procesos administrativos.
José Yves Limantour trazó tres objetivos principales a su entrada a la Secretaría de Hacienda: la nivelación del presupuesto, el arreglo de la deuda y la moralización del personal. Es bien sabido que los gobiernos del México decimonónico habían enfrentado un constante déficit generado en buena medida por las altas cargas que los pagos de la deuda representaban al erario público, de ahí que la nivelación entre ingresos y egresos fuese prioridad. Además, aunque Manuel Dublán había conseguido la restitución del crédito internacional en la década de los ochenta, lo cierto es que unas finanzas sanas eran la carta de presentación de solidez de México ante el mundo.
A decir de Limantour, el plan a seguir en materia presupuestaria tenía como objetivo establecer el orden y la economía.
La primera medida fue considerar primero los ingresos para después planificar el gasto público, a diferencia de sus predecesores que tenían como práctica común primero determinar los egresos en aras del cumplimiento de los deberes del Estado, para luego buscar las fuentes de financiamiento. Después clasificó todas las entradas del erario público para conocer los ramos más productivos y los que eran susceptibles de aumento. De la misma manera, se abocó al estudio de los egresos pues consideraba imprescindible conocer a detalle las erogaciones necesarias y las obsoletas.
La segunda estrategia del secretario se relacionaba con el monto de las partidas, porque era común que no se establecieran límites específicos a algunas, y representaban puntos de fuga. Además de restringir el gasto, Limantour procuró que se fijara un mínimo indispensable de manera que no afectara la eficacia del servicio administrativo, por lo que decidió disminuir el salario de algunos funcionarios apelando a su patriotismo y reducir la burocracia fiscal, mediante la eliminación de puestos en todas las oficinas dependientes de la Secretaría de Hacienda.
La tercera estrategia del secretario fue determinar que todas las Secretarías de Estado elaboraran presupuestos parciales sujetos a revisión y aprobación de la Secretaría de Hacienda. El control del gasto sobre las dependencias era tal que incluso si planeaban alguna ampliación o modificación, debían presentarse directamente al Ejecutivo y no al Congreso para su aprobación.
La cuarta estrategia fue la no disposición de algunas asignaciones presupuestarias, lo que permitió la formación de un fondo de reserva manejado directamente por la Secretaría de Hacienda con anuencia del presidente. El fondo se usó para consolidar el plan de construcción y mejoramiento de obra pública, específicamente el tendido de vías férreas y la rehabilitación de algunos puertos como Coatzacoalcos y Salina Cruz.
El llamado “plan de economías” trazado por Limantour concretó algunos proyectos de anteriores secretarios de Hacienda, que en su momento no pudieron consolidar debido a la fuerte oposición política que existía en el Congreso cuando se trataba de proyectos de largo aliento. A cambio, Limantour tuvo a su favor la conciliación política que había logrado Porfirio Díaz, lo que le permitió contar con el apoyo del presidente y la aprobación del Congreso.
Aquellas estrategias estuvieron acompañadas de varios arreglos de la deuda (1894, 1899, 1904 y 1910), cuyos principales objetivos fueron la renegociación de los términos de los contratos, la obtención de menores tasas de interés, la cotización de los bonos mexicanos en las bolsas de valores de los Estados Unidos, la liberación de obligaciones y garantías y finalmente la obtención de varios préstamos.
El arreglo de 1894 le valió a Limantour la presentación del primer presupuesto nivelado, que se mantuvo durante todos los años que fungió como secretario. El arreglo de 1899 introdujo a los estadounidenses como nuevos acreedores; mientras que el préstamo de 1904 otorgado por la casa Speyer & Co. destacó por haberse conseguido con la sola garantía del “buen nombre de la nación”, lo que indica la confianza de los acreedores en la economía mexicana. Finalmente, el arreglo de 1910, aunque estableció nuevos y mejores términos para los bonos mexicanos, no llegó a efectuarse debido al inicio del movimiento revolucionario. Cabe mencionar que estos arreglos implicaron el aumento considerable del monto de la deuda externa, lo que Limantour justificó con los argumentos de que al ampliarse los plazos de pago y reducirse las tasas de interés disminuirían los compromisos del erario público, se aseguraría el mantenimiento de la nivelación presupuestal y se garantizaba la expansión de la construcción de obras públicas a cargo del Estado, lo que potencializaría el desarrollo de la riqueza nacional en su conjunto.
Para asegurar que la contratación y renegociación de la deuda fuese competencia única de la Federación, Limantour propuso en 1901 la introducción de un nuevo artículo constitucional que prohibiese a los estados de la República emitir deuda en moneda extranjera pagadera en el exterior y contratada con banqueros extranjeros. Esta medida fue consecuente con el modo de conducta que desplegó el secretario en las reformas realizadas en otros ámbitos que tendían a limitar las facultades de los estados.
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Iliana Quintanar Zárate. Doctora en Historia por El Colegio de México y profesora titular de la División de Historia del CIDE. Su campo de estudio es la política económica y la banca durante el Porfiriato, así como las redes de crédito y negocios de la Nueva España y La Habana en el siglo XVIII. También se interesa por la historia digital y sus aplicaciones en el análisis económico y la docencia. Ha colaborado en revistas académicas y libros colectivos; su publicación más reciente es “El Estado porfiriano y la centralización administrativa (1892-1911)”, en María Eugenia Romero Sotelo (coord.), Una historia de la idea de nacionalismo en México: actores e instituciones (Facultad de Economía-UNAM, 2020).
José Yves Limantour, el mago de las finanzas del régimen porfirista