La cantante y actriz se convirtió en un ícono sexual a mediados del siglo XX; sus presentaciones en teatros y cabarets eran la sensación entre los hombres de la época. Los vestidos pegaditos que realzaban su figura y su sensual voz le ganaron el título de “vampiresa”, mote que poco a poco dejó al causar revuelo con sus papeles cómicos en el cine nacional. Ya en los setenta, aprovechando la influencia de la televisión, llegó a la cumbre de su fama con “La criada bien criada”. Poniatowska conversó con ella en enero de 1977 y en este diálogo nos presenta ese mundo del espectáculo que ha quedado en el pasado.
Integrante de una generación de grandes artistas que vivió la transición de los espectáculos populares locales (teatros, carpas y cabarets) a la televisión nacional, María Victoria Cervantes Cervantes nació el 26 de febrero de 1933 en Guadalajara, Jalisco, en el seno de una familia dedicada a los escenarios. Inició su carrera a temprana edad en las carpas, donde aprendió algunos aspectos del arte histriónico guiada por su madre, tías y hermanas.
El talento natural que mostraba le sirvió para encontrar su vocación más querida: cantar. Su fama comenzó a mediados del siglo XX en el Teatro Margo (hoy Blanquita), donde destacó por su peculiar estilo al interpretar las composiciones de grandes autores como Agustín Lara, José Alfredo Jiménez y Juan Bruno Tarraza. “Soy feliz” (conocida también como “Estoy tan enamorada”), fue su primera grabación. Le siguieron “Mucho, mucho, mucho”, “Mil besos”, “Así, así”, “Tengo ganas de un beso”, “Cuidadito”, las cuales consolidaron su prestigio y le dieron sus primeros Discos de Oro.
En esos años también participó en películas como Amor perdido (1951), Puerto de tentación(1951), Por qué peca la mujer (1952), Del rancho a la televisión (1953), Estoy tan enamorada(1954), Los paquetes de Paquita (1955), ¡Viva la juventud! (1956), Muertos de risa (1957) y Pepito y los robachicos (1958).
A finales de los sesenta logró un gran éxito al ligar su carrera a la del director de cine Fernando Cortés Rodríguez, quien la dirigió en la puesta en escena La criada malcriada, que alcanzó más de dos mil presentaciones y se adaptó al cine como La criada bien criada (1972). Sin embargo, la consagración de su papel como la sirvienta Inocencia llegó con la versión para pantalla chica, con la que obtuvo la preferencia de los televidentes por más de una década.
Aunque siguió participando en películas mexicanas, como las cómicas Tres balas perdidas (1961), La criada maravilla (1979), Unos granujas decentes (1980), o Las noches del Blanquita(1981) y Las mil y una aventuras del Metro (1993), además de realizar giras por la República y Estados Unidos, con el paso de los años dedicó más tiempo a su actuación en telenovelas como La pasión de Isabela (1983), Baila conmigo (1992), María José (1995), Siempre te amaré (2000) y Sortilegio (2009). En 2011 revivió el teatro de revista con su obra Perfume de Gardenia, en la que canta algunos de sus más célebres éxitos.
La versatilidad y el profesionalismo en el escenario que han distinguido a María Victoria en sus más de setenta años de carrera, al pasar de sensual vampiresa a una simpática criada, o transitar del canto a la actuación y de la comedia al melodrama, la han convertido en un emblema del teatro, la radio, el cine y la televisión, es decir: en una figura histórica de la industria del espectáculo en México.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Entrevista con la vampiresa María Victoria” de la autora Elena Poniatowska Amor y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 42.
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