El misterioso robo del primer trofeo del mundial de futbol

La copa más codiciada
Gerardo Díaz

 

La copa Jules Rimet fue robada en Río de Janeiro en 1983 y nunca pudieron recuperarla. El rumor más extendido es que fue fundida y convertida en lingotes de oro por un joyero argentino, quien incluso terminó en la cárcel.

 

 

El campeonato mundial de futbol de Uruguay en 1930, además de presentarse como la flamante primera edición, tuvo como premio un trofeo con una historia bastante peculiar. Encargado unos meses antes al escultor francés Abel Lafleur, la copa era una alegoría de la diosa griega de la victoria, Niké. Estaba chapada en oro y plata esterlina, de acuerdo con lo dispuesto por el máximo organismo del futbol, aunque en aquella época se esparció el rumor de que prácticamente la totalidad de sus 3.8 kilogramos eran de oro. Fue llamada Jules Rimet como homenaje al tercer presidente de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), quien definiría la mecánica del campeonato.

 

La idea original fue que cada edición tuviera un trofeo, pero dado el valor y el significado de este, la FIFA decidió que estaría en custodia del último campeón, hasta que una nación obtuviera tres campeonatos y entonces se lo llevara definitivamente a sus vitrinas. Así, antes de la Segunda Guerra Mundial, Uruguay ya llevaba uno e Italia dos. Durante el conflicto, este deporte tuvo que esperar y la copa pasó toda la guerra escondida debajo de la cama del doctor italiano Ottorino Barassi, vicepresidente de la FIFA; dicen que dentro de una caja de zapatos.

 

Al regresar la paz y reanudarse las actividades cotidianas, países como Alemania, Brasil e Inglaterra se unieron a la puja definitiva por la copa. De hecho, en el mundial de esta última en 1966, los amantes de lo ajeno también quisieron competir por ella. Los periódicos titulaban “Inglaterra pierde la copa” y más de uno se preguntaba ¿por qué?, si el campeonato todavía no iniciaba. Pero, es que, literalmente, habían perdido el trofeo. Fue durante una exposición en Westminster que simplemente se desvaneció.

 

Curioso. Unos días después, David Corbett la encontró al pasear a su perro Pickles, quien la desenterró cerca de un árbol de un jardín citadino. Más curioso: Inglaterra terminaría ganando esa competencia y tanto Corbett como Pickles fueron bastante bien recompensados e invitados a la celebración con el equipo nacional.

 

Fue en México que se disputó por última vez a este trofeo. El Brasil de Pelé se coronó y entonces su capitán, Carlos Alberto, pasó al palco de honor del Coloso de Santa Úrsula para tomarla de las manos del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Era la tercera, era brasileña. Parecería un final perfecto. Pero fue robada nuevamente en 1983, ahora en Brasil. Esta vez no estaría Pickles, pues había muerto años atrás y no hubo detective alguno capaz de encontrarla. Sin embargo, una réplica fue elaborada a petición de Brasil, misma que sigue exponiéndose en aquel país.

 

 

El artículo “La copa más codiciada” del autor Gerardo Díaz se publicó en Relatos e Historias en México, número 119. Cómprala aquí.