Conquista y colonización de la Nueva España

Rebeca Inclán Rubio

Tras la destrucción de México Tenochtitlan, que irónicamente fue preservada en el imaginario europeo por las descripciones de los conquistadores, se creó en su lugar una entidad política, también llamada México.

 

El reinado de los Reyes Católicos marcó la transición de la edad Media a la edad Moderna en la península ibérica; durante el siglo XVI sus sucesores Carlos I de España (V del Sacro Imperio Romano Germánico) y Felipe II, llevaron a la monarquía española a su apogeo, convirtiéndola en la primera potencia europea de la época que incorporó territorios más allá de los océanos Atlántico y Pacífico.

El reinado de Isabel I de Castilla y de Fernando II de Aragón (1479-1516) se había caracterizado por la unificación religiosa en torno al catolicismo, con la conquista del reino de Granada y la expulsión de los judíos, para comenzar la expansión de su reinado con el descubrimiento de América. El papa Alejandro VI, soberano de los Estados Pontificios, cedió a los Reyes Católicos las llamadas Bulas Alejandrinas (1493), que concedían al reino de Castilla el derecho de conquistar tierras americanas y la obligación de evangelizarlas extendiendo sobre ellas el “Patronazgo Real”, por el cual la autoridad espiritual delegaba en los monarcas españoles el derecho de controlar los aspectos claves de la actividad eclesiástica.

Los Reyes Católicos deberían evangelizar y convertir al cristianismo a los habitantes del Nuevo Mundo, tarea que representaría la continuidad del triunfo que los monarcas habían obtenido con la travesía del Atlántico.

Fuera de la península se utilizó la expresión “Reyes de España”, aunque al interior se conservaron las diferencias entre los reinos. Las coronas de Castilla y Aragón establecieron su hegemonía sobre la península antes de afirmar su presencia en Europa, con alianzas dinásticas que les permitieron desplegar una red diplomática incomparable sobre el continente europeo que resultó crucial para su auge, así como onerosa, razón más que suficiente para asegurarse el “oro” de las Indias.

El descubrimiento de América que integró continentes hasta ese momento aislados se dio en el ámbito de un capitalismo comercial europeo en expansión. Los conquistadores españoles venían de un mundo donde aumentaba la población y se desarrollaban las ciudades en las que habían entrado en crisis las estructuras sociales del mundo medieval: el poder centralizado de las monarquías se convirtió en la palanca de expansión de las naciones europeas con fines de enriquecimiento estatal y privado.

Este descubrimiento modificó la concepción que se tenía hasta entonces del mundo. Entre los inmensos territorios explorados por la corona de Castilla estaba el que se convertiría en el reino de la Nueva España, donde se inició un intenso proceso de colonización con el fin de encontrar metales preciosos con la apertura de nuevas rutas hacia el norte desconocido; asimismo, inició de manera imperativa la evangelización de la población nativa: Carlos I expandió su reino en gran parte de América y consolidó a la monarquía hispánica en Europa; por su parte, Felipe II logró la expansión de la Corona española al sureste de Asia con el descubrimiento de la ruta conocida como del “Galeón de Manila” o “Nao de China” y la colonización de las islas Filipinas. Estos proyectos dieron importantes beneficios a la Corona, así como una dimensión global a su expansión.

 

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