Al bat… Beto Ávila

Alberto Sánchez Hernández

Era domingo y las gradas estaban a reventar. Ned Garver, en la loma de las serpentinas, midió al bateador en turno, un mexicano que jugaba la segunda base de los Indios de Cleveland; bateador derecho, de fama creciente, lo vio más bien bajito y delgado. Garver, pitcher de los Tigres de Detroit, pensó que sería magnífico dejarlo con la carabina al hombro en ese juego de finales de la Liga Americana. Una recta furiosa rasgó el aire y Beto Ávila logró conectar tremendo estacazo que produciría su último cuadrangular de la temporada de 1954. Los Indios de Cleveland romperían el récord de la liga con 111 victorias, y el mexicano pasaría a ser el primer latinoamericano en conseguir el título de bateo en las Ligas Mayores. Con .341 de promedio había superado a Orestes Miñoso (.320), de los Medias Blancas de Chicago, y a Irv Noren y Nelly Fox, que se quedaron en .319.

Y Miñoso era su amigo, lo había conocido en Cuba jugando para el Marianao en la liga invernal del 46. Pero mire lo que son las cosas: Ávila no pudo conquistar el título de bateo de la isla (se quedó a una décima de Lou Kelin, de los Rojos de La Habana), porque otro mexicano, el gran Vinicio García, del equipo Cienfuegos, logró pararlo con una increíble atrapada: García lanzó para out en primera, ¡y Ávila se despidió de la corona de bateo!... Pero al año siguiente, en 1947, Beto conquistaría el campeonato de la Liga Mexicana con .346, vistiendo la franela de los Pericos del Puebla, cuando el beisbol era el "Rey de los Deportes".

Esa corona conquistada en México llevó al veracruzano a la novena de Cleveland, donde viviría el mejor día de su carrera. Jugaban en Boston el 20 de junio de 1951. Abriendo la pizarra se sintió el coraje de la tribu: en la primera entrada anotaron seis carreras, inspirados en el toletazo de vuelta entera que Beto conectó por el jardín izquierdo. En ese juego pegó tres cuadrangulares, un doble y un sencillo; anotó cuatro carreras, remolcó otras cuatro y conquistó quince bases. En la séptima entrada les regaló el segundo vuelacercas, y el tercer cañonazo cayó en la novena, frente al tercer relevista que le asignaron. Y a pesar de que esa bola chocó contra la barda del jardín central, Beto se siguió de largo para completar las cuatro esquinas por velocidad. Los esfuerzos del jardinero y la sensacional barrida en home, en la última entrada, voltearon el circo de cabeza. ¡La gente no podía creerlo! Ese mexicano era un fenómeno. Cleveland se llevaba una leyenda a casa y Beto agarraba camino rumbo al Salón de la Fama.

Pero aquel domingo 26 de septiembre del 54 sería grande para México. Y como las grandes hazañas nunca vienen solas, los mexicanos compartieron en la radio la crónica del "Mago" Septién ("...y aléguele al ampáyer") con otra transmisión radiada desde la Plaza México. El "Ratón" Macías batiría, en un combate limpiecito, al norteamericano Nate Brooks, casualmente oriundo de Cleveland.

Su última carrera la jugó Beto Ávila el 26 de octubre de 2004 en Veracruz. Tenía 78 años cuando colgó los spikes. Con Cleveland, Baltimore, Boston y Milwaukee había participado en 1 300 juegos y conectado 1 296 sencillos, 185 dobletes, 35 triples y 80 cuadrangulares.

 

“Parque Delta” del autor Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 1.

 

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