Veracruz estaba defendida por el general de brigada Juan Esteban Morales, 3 360 hombres y 89 cañones repartidos principalmente en los tres principales baluartes del puerto: los de Santiago, Concepción y San Juan de Ulúa; sin embargo, poco pudieron hacer ante la artillería de mayor alcance de los navíos invasores y sus 8 600 hombres.
El 29 de marzo de 1847, después de un asedio que inició veinte jornadas atrás y un intenso bombardeo que costó la vida a cuatrocientos soldados y aproximadamente ochocientos civiles mexicanos, el puerto de Veracruz se rindió ante Winfield Scott, general en jefe de las fuerzas invasoras de Estados Unidos.
La guerra, declarada el 13 de mayo de 1846, inició con cruentas batallas en el norte de México. Después de casi un año de combates, a finales de febrero de 1847 había tropas invasoras en Nuevo México, California, Tamaulipas y Coahuila; estaban bloqueados los puertos de Tampico, Frontera, Guaymas, Mazatlán y San Blas, y el grueso del ejército al mando del general Zachary Taylor se encontraba acampado entre las ciudades de Monterrey y Saltillo, después de haber ganado, a costa de grandes sacrificios, la batalla de La Angostura. El camino a la capital mexicana se antojaba cada vez más lejano; sólo para llegar a la siguiente ciudad de importancia, San Luis Potosí, había que recorrer casi quinientos kilómetros y atravesar un gran desierto.
Ante este panorama, el presidente norteamericano James Knox Polk decidió intentar un nuevo derrotero que, además, había probado su eficacia tres siglos atrás: la llamada Ruta de Cortés, de Veracruz a México, cuyo primer obstáculo era precisamente el fortificado puerto que, al menos por la parte que daba al mar, era considerado el más potente de América.
El 9 de marzo las tropas del general Scott desembarcaron en la playa de Collado, en las cercanías del puerto, apoyados por tres vapores y cinco goletas que dispararon algunos cañonazos a pocas tropas mexicanas que nada pudieron hacer para frenar la maniobra. Scott llamó petulantemente “Campo de Washington” al sitio donde estableció su campamento y ordenó cercar la ciudad, al tiempo que inició un fuerte bombardeo por tierra y por mar. Miles de bombas cayeron dentro de la amurallada Veracruz sin distinguir militares de civiles.
Para el 28 de marzo, un grupo de notables de la ciudad, encabezados por el cónsul ruso, pidieron a Scott una tregua para dejar salir de ese infierno a las mujeres y los niños, a lo que el general contestó: “Nadie sale hasta que se rinda la plaza”.
Al día siguiente, cansados de esperar unos refuerzos nacionales que nunca llegaron por mantenerse ocupados en sofocar la rebelión iniciada en enero por los llamados polkos en la capital del país, los defensores de Veracruz entregaron la ciudad. La puerta de la Ruta de Cortés estaba abierta al invasor.
El artículo "Tropas estadunidenses toman el puerto de Veracruz" del autor Luis A. Salmerón se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 103.