Los coliseos en Nueva España eran antiguos foros populares donde se representaban variadas obras, sobre todo comedias. Reunían a público de distintos sectores sociales.
El primero de Ciudad de México se ubicó donde hoy está la estación de metro San Juan de Letrán, entre Eje Central Lázaro Cárdenas y la calle Victoria.
En ese terreno, Carlos V ordenó en 1553 la construcción del Hospital Real de Indios. Su manutención fue muy costosa, pues disponía de botica propia y de personal especializado para atender a sus pacientes, entre otras cosas. Sobrevivía de un fondo autorizado por la Corona, pero se sabía que los principales de la ciudad le otorgaban grandes limosnas.
Como prestaba servicios de beneficencia, las autoridades virreinales permitieron la creación de un teatro en su patio para ayudar, con sus entradas, a su mantenimiento. No era un foro edificado a la usanza de las grandes casonas coloniales; su estructura era básicamente de madera.
Se sabe que operó con éxito presentando aplaudidas puestas en escena, ya sea por su escritura o por sus vistosos vestuarios. Por supuesto, algunas obras no pasaban de provocar un disgusto al virrey en turno, y tampoco era común que incurrieran en actos meritorios de la censura oficial.
Sus espectáculos continuaron hasta que un incendio lo consumió en 1722. El teatro sería reedificado y el monarca Felipe V apoyaría nuevamente la causa… pero en otro lugar, pues aprendieron que los gritos desparpajados de la muchedumbre poco ayudaban a la salud mental de los enfermos.
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El primer coliseo de la capital