Una de las grandes comedias del irreverente Tin Tan
Desesperado por no conseguir trabajo, Tin Tan ha decidido suicidarse. Justo despunta enero y para llevar a cabo el fatídico acto ha elegido el frondoso Chapultepec. “¡Adiós mundo traidor!, ¡adiós ahuehuete milenario!, ¡adiós aves canoras!”, solloza antes de dispararse, hasta que al final, la muerte llega… ¡Pero no es la suya!, sino la del rico empresario de espectáculos de apellido Reyes, quien cae de la copa de los árboles tras un disparo al aire del pícaro juvenil, que ahora tiene un nuevo y quizá más grave problema: el homicidio imprudencial del susodicho. Al huir del lugar, es atropellado por un exiliado español y su esposa en los alrededores de la Diana Cazadora.
Consternados, lo llevan a su casa para ofrecerle los cuidados necesarios en lo que se recupera por completo; sin embargo, Tin Tan no puede darles mayores detalles porque finge amnesia, tratando de escabullirse de su responsabilidad en el asesinato. Pero la llegada a la casa de la cotizada bailarina brasileña Rosina Pagá da un curso inesperado a la historia.
Reclamando el inicio del grandilocuente musical en el que participará y en el cual Reyes es inversionista, la mujer se encuentra con Tin Tan, que se hace pasar por el ahora occiso a iniciativa del refugiado y su esposa, quienes a su vez fingen ser su brazo derecho y secretaria para salir del paso.
Con los nuevos roles, el coqueto y simpático “empresario” pone manos a la obra para que el cabaret, protagonizado por la brasileña, la cubana Amalia Aguilar y la mexicana Nelly Montiel, se realice pronto. Las aventuras, enredos y galanterías del cómico con todas ellas, incluyendo a la carismática sirvienta Lupe (Rosita Quintana), provocará divertidas aventuras, así como peleas por el amor del Pachuco de Oro y por ganarse el protagónico del espectáculo que, para colmo, ha sido “financiado” con dinero inexistente. Esta última circunstancia evocaba con picardía las conductas cada vez más extendidas y visibles tanto de los ricos como de los funcionarios del alemanismo.
Calabacitas tiernas, ¡ay, qué bonitas piernas!, filmada y estrenada entre 1948 y 1949, en la época de oro del cine nacional, fue el primer trabajo de la exitosa mancuerna que conformaron el cineasta Gilberto Martínez Solares y Germán Valdés, quien dejaba su papel de pachuco para convertirse en un irreverente personaje urbano. El director, especialista en la comedia heredada del teatro de revista, logró reunir a algunas de las mejores bailarinas de su tiempo, gracias también al trabajo del productor cinematográfico y diplomático mexicano Salvador Elizondo Pani, fundador de los prolíficos Estudios Clasa de Ciudad de México.
Por todo ello, además del vistoso despliegue de música y canto, le recomendamos esta cinta, esperando que la disfrute.
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Calabacitas tiernas