Basada en la obra homónima de Alejandro Casona, escritor español de la Generación del 27, esta cinta expresa el drama de la infidelidad y las ideas misóginas en torno al matrimonio en el México de los cincuenta
Elegante, la ocasión transpira el orgullo de sus protagonistas, quienes vestidos de sofisticada etiqueta celebran con suculento banquete los dieciocho años de sus respectivos matrimonios. Javier y Ada han recibido en su lujosa mansión a dos parejas más: Leopoldina y Máximo, Genoveva y Jorge. Ellos, amigos desde su temprana juventud; ellas, las “perfectas esposas” por su irrestricta dedicación –con aires de abnegación– al cuidado de sus cónyuges, tal cual dictan las convenciones sociales en el México citadino de mediados del siglo pasado.
Esperan además al amigo en común que los ha acompañado en el transcurso de sus años casados y que además apadrinó sus enlaces: el famoso escritor Gustavo Ferrán. Sin embargo, este no llega a la cita, pues el avión en el que volvía de Nueva York a Ciudad de México cayó en las montañas, provocando su deceso… o al menos esa es la noticia que su mayordomo da a Jorge, Máximo y Javier. La pesadumbre por el anuncio trastoca la partida de billar que sostienen mientras sus esposas miran el moderno televisor que por aquella época apenas se afianzaba a los hogares mexicanos. Es el momento también en el que ellos dan lectura a una carta póstuma en la que Ferrán les informa que sus esposas sostuvieron un romance con él. La zozobra permea el ambiente y sobreviene el debate en torno a cómo manejarán la situación frente al “victimario” y, lo más importante, cómo se plantarán ante el “qué dirán”.
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Las tres perfectas casadas