Esta premiada cinta nos entrega un sensible relato sobre el fenómeno social de las migraciones mexicanas a Estados Unidos, en las que persiste la esperanza a pesar de lo difícil que puede resultar el cruce de un país a otro
Dejar la tierra potosina que le vio nacer y a la que tanto se ama solo podría augurar un destino emocionalmente trágico y a la vez ineludible si se quiere cruzar la frontera con el vecino país del norte en busca de una mejor calidad de vida. Pese a ello, Rafael Améndola Campuzano (interpretado por el ya exitoso David Silva) decide abrazar esta idea que no solo está en el ensueño de los desesperados que deben sufragar las carencias propias y las de los suyos, sino también en el de las almas solitarias como él que además de buscar nuevas y mejores opciones, huye de la justicia de su entidad porque peleó por una mujer con el hijo de un cacique.
Al paso de los días llega finalmente a Ciudad Juárez, desde donde es canalizado al estado norteamericano de Alabama para desempeñarse como operador de tractor, en lo que para él significa un cruce legal y sin contratiempos. Sin embargo, no cuenta con sus papeles “en regla” y le es negada la oportunidad. Pero no todo está perdido: Frank Mendoza (José Elías Moreno), un corrupto tratante de indocumentados bien posicionado entre los rancheros del sur estadounidense –en especial con mister Sterling (Víctor Parra)–, se ofrece para “pasarlo al otro lado”, cruzando por el río Bravo. Sin pensárselo dos veces, Rafael acepta, sin imaginar si quiera el largo peregrinar lleno de zozobra y desazón que tendrá que sortear.
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Espaldas mojadas