Tras la caída del gobierno militar de Huerta en agosto de 1914, los revolucionarios vencedores se dividieron en dos grandes bandos, con distintos proyectos de nación, lo que los llevó a enfrentarse en los campos de batalla al no poder alcanzar un acuerdo.
Desde diciembre de 1914 en varios lugares de la República la guerra civil ardió con renovados bríos. Los bandos contendientes, convencionistas de Villa y constitucionalistas de Obregón, tenían fuerzas equilibradas y esa situación se mantuvo durante las primeras batallas, hasta que en la primavera de 1915 Obregón se internó con sus soldados hasta el centro del país, amenazando con romper las comunicaciones entre los distintos frentes defendidos por los convencionistas.
Para evitarlo, Villa sacó de otros frentes –donde se encontraban sus principales jefes de brigada– los elementos de que pudo disponer y avanzó con aproximadamente 11 500 hombres y veintidós cañones escasos de parque sobre Celaya, donde Obregón había concentrado once mil soldados, trece cañones y decenas de ametralladoras.
El 6 de abril los villistas desalojaron a los constitucionalistas de sus posiciones y al amanecer siguiente atacaron Celaya. Los soldados de Obregón rechazaron una y otra vez los furiosos embates, hasta que los villistas agotaron su empuje y un contraataque los puso en fuga. Retrocedieron en orden hasta Salamanca, donde el Centauro del Norte empezó a concentrar nuevos elementos para atacar otra vez.
Después de la primera batalla, el ejército de Obregón recibió refuerzos y un convoy de municiones que sería fundamental para el resultado final; para la segunda batalla, contaba con quince mil efectivos. Villa también recibió refuerzos, además de municiones desde Ciudad Juárez, aunque éstas resultaron defectuosas.
El 13 de abril la tropa villista salió rumbo a Celaya y al alba del día siguiente iniciaron los ataques. Para el día 15 intensificaron su ofensiva y por momentos parecía que lograrían hundir las defensas constitucionalistas, pero después de dos horas el ímpetu villista y sus cartuchos fueron agotándose, por lo que se replegaron.
Obregón inició el contraataque encabezado por su caballería. Momentáneamente fue repelido por Villa, quien se puso al mando de algunos contingentes de caballería, logrando en algunos sectores organizar una retirada ordenada que le permitió replegar sus trenes hasta Salamanca. Pronto la retirada se convirtió en huida.
La victoria de los constitucionalistas sería determinante, “pero en ese momento ni Obregón ni Villa la vieron así” –señala el historiador Pedro Salmerón en su libro 1915. México en guerra–, pues para enfrentar las batallas posteriores contra Obregón, Villa tendría que recurrir a todas sus reservas y dar por perdidos o debilitar los demás frentes de la guerra, lo que a la postre lo llevaría a perder su gran ejército.
Las batallas en Celaya decidieron la derrota de la revolución popular encabezada por Villa y Emiliano Zapata, y el triunfo del ejército de Carranza conduciría a la formación del Congreso constituyente en Querétaro, en diciembre de 1916, con la exclusión de quienes habían luchado en la División del Norte y en el Ejército del Sur.
Esta publlicación es sólo un fragmento del artículo "10 batallas decisivas en la historia de México" del autor Luis A. Salmerón Sanginés, que se publicó íntegramente en Relatos e Hitsorias en México número 81.