En el siglo XVIII, Lorenzo Boturini recopiló en Nueva España valiosos documentos prehispánicos, algunos de los cuales hoy están resguardados en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México.
La vida de este italiano nacido en Sondrio en 1702 es vital para el entendimiento de la historia mexicana. Durante su juventud desempeñó cargos de baja importancia dentro del Imperio austriaco, hasta que la ambición y su devoción religiosa lo hicieron emigrar a España. Ahí entabló relaciones con personajes bien posicionados en el virreinato novohispano que lo animaron a cruzar el Atlántico.
En 1736 arribó a tierras veracruzanas y estuvo a punto de morir, pues su navío se hundió al llegar a la costa. Atribuyendo su salvación a la Guadalupana, una de sus primeras acciones fue agradecerle en su templo. Entonces Boturini comenzó a preguntarse sobre el origen de ese arraigado culto y se sorprendió de que hubiera escasa documentación al respecto. Así que emprendió su propia investigación. Para ello se aventuró en los testimonios indígenas.
La repentina intromisión del recién llegado en la historia de lo sagrado levantó sospecha. Más cuando propuso al indígena como protagonista. Esto pasó a mayores cuando, tras varios viajes por el territorio de Nueva España, don Lorenzo logró recabar una copiosa cantidad de documentos del pasado prehispánico.
Las autoridades virreinales hicieron una serie de acusaciones en contra del italiano que llevó a su arresto y posterior expulsión en 1743, argumentando que realizó el viaje a estas tierras sin autorización. Sin embargo, en España, Boturini fue absuelto y hasta consiguió el nombramiento de cronista de Indias, que vería resultados gracias a la fama del Museo Histórico Indiano, como le llamó a su gran aporte documental.
En 1746 publicó su ensayo Historia general de la América septentrional, en el que destacó que los pueblos mesoamericanos habían registrado sus conocimientos históricos y matemáticos en sus códices. Entonces sus detractores reconocieron la importancia de su trabajo. Más tarde, la colección de Boturini comenzó a fragmentarse, fue adquirida por particulares y esparcida en bibliotecas.
Don Lorenzo murió en 1755, sin redactar la gran historia guadalupana que concibió al recopilar los documentos indígenas. Pese a ello, para la posteridad quedó el hecho de cómo fue recibido, orientado y apoyado por los naturales americanos que le confiaron sus memorias que tantas generaciones resguardaron con recelo y cariño.
La nota breve "Lorenzo Boturini" del autor Gerardo Díaz se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 108.