Costumbre francesa desde 1311, que pasó a España y después a Nueva España, donde el haba se sustituyó por un Jesusito que originalmente era de plata dorada, muy pequeñito y coronado. Quien encontraba el haba o el confite, estaba obligado espiritualmente a presentar el Niño Dios del Nacimiento de la casa en la iglesia cercana al 2 de febrero (Día de la Candelaria).