En febrero de 1847, en La Angostura, Coahuila, el general Antonio López de Santa Anna tomó una decisión que hasta hoy provoca controversias: ordenó la retirada del ejército mexicano. Parecía tener la victoria ante Estados Unidos y la ciudad de Saltillo al alcance de la mano. Sin embargo, abandonó sus posiciones y marchó con sus tropas, hambrientas, sedientas y andrajosas, rumbo a San Luis Potosí. ¿Por qué desandar el terrible y desolado camino del desierto, cuando podía tener la gloria del triunfo?