La monarquía española tuvo en el cultivo de tabaco en sus dominios americanos un cuantioso ingreso para la hacienda real, por lo que estableció condiciones específicas para controlar su producción. Las trabajadoras de la fábrica real de tabaco novohispana se organizaron para conseguir fondos especiales para madres y enfermas, así como para habilitar un área especial con una maestra para los niños de las empleadas.