El mexicanísimo poema de Apollinaire

Extranjeros perdidos en México

Ricardo Lugo Viñas

Los caligramas, como el que escribió Guillaume Apollinaire sobre México, son creaciones literarias, generalmente poéticas, en las que la disposición de las palabras forma figuras que aluden al tema tratado.

 

Muchachas de Chapultepec

Una noche de noviembre de 1918, el escritor y crítico español José María González de Mendoza coincide con el editor del Boletín Financiero y Minero de México, Albert Kostrowitzky, en la entrada del edificio de la YMCA, que entonces se encontraba en la calle Balderas número 87, en el corazón de Ciudad de México. Conversan sobre temas bursátiles y poesía. Pronto, el español se percata que el editor viste de luto y le pregunta por su duelo. Albert le responde: “He recibido la noticia de la muerte de mi hermano. Era uno de los más grandes poetas de Francia”. Dicho esto, sacó de su maletín una postal con la imagen de la República Mexicana y se la mostró a González de Mendoza.

En aquella época los poetas franceses más reconocidos eran los tres Paul: Claudel, Valéry y Fort, además de Anna de Noailles y Guillaume Apollinaire, pero ninguno de apellido Kostrowitzky. Al observar con detenimiento la postal, González descubrió con asombro que estaba firmada por Guillaume Apollinaire, el poeta de la modernité. Albert era hermano de Apollinaire, cuyo verdadero nombre era Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky. Aquella postal que sostenía González, fechada en 1914, sería el germen de uno de los poemas más celebrados de Apollinaire, publicado en 1918 en su libro Caligramas, bajo el título Lettre-Océan.

La postal-caligrama era una suerte de dibujo poético, con múltiples referencias a México y su vida cotidiana de entonces. En ella aparecen palabras y frases como “mayas”, “Ypiranga” (buque en el que Porfirio Díaz se fue al exilio), “Veracruz”, “Coatzacoalcos”, “muchachas jóvenes de Chapultepec”, “Correo de México”, “chirimoya”, etcétera. Pero, sobre todo, llaman la atención dos palabras malsonantes –o biensonantes– que interesaron sobremanera al poeta: “chingada” y “pendejo”.

Hijo de la “cingada”

Guillaume Apollinaire fue un portentoso poeta vanguardista que probó varias maneras de pensar, leer y crear literatura poética. Su obra y pensamiento influyó en múltiples movimientos artísticos, particularmente en el surrealismo. Buena parte de su vida la dedicó a la apreciación y crítica de arte. Entabló sólidas amistades con artistas como Pablo Picasso, Henri Rousseau o Jean Cocteau. Esto, de alguna manera, le hizo pensar la poesía desde la plástica y desde otras expresiones artísticas.

Así, experimentó con lo que él llamó “caligramas”, creaciones literarias, generalmente poéticas, en las que la disposición de las palabras forma figuras que aluden al tema tratado. Además, en muchas ocasiones, los caligramas pueden ser leídos de arriba a abajo, de derecha a izquierda y viceversa, e incluso de manera diagonal o circular. El centro del poema podría ser cualquier palabra. Eran poemas pensados para ser vistos, más que leídos. Poesía visual. A la manera de un collage.

La postal Lettre-Océan es un modelo emblemático y primigenio de un caligrama. Puede ser leído en múltiples sentidos. Los elementos textuales forman figuras: cuadros, triángulos, rectángulos, flechas, espirales, radios. Destaca un círculo con líneas diagonales. Parece un elemental sol laberíntico. Pero en realidad se trata de una vista aérea de la Torre Eiffel. Por eso dice “altura de 300 metros” (medida real de la obra) al centro de la espiral, y las líneas de palabras diagonales aluden a las ondas electromagnéticas del telégrafo. Hay que recordar que desde 1914, la Torre Eiffel se convirtió en una de las más importantes estaciones radiotelegráficas de trasmisión sin cables, por eso en el poema aparecen las letras TSF (telégraphie sans fil). Apollinaire y su hermano utilizaban este medio para comunicarse entre París y México.

Como dije, hay dos frases mexicanísimas que llaman la atención en este poema ideográfico. La primera: “il appelait l’indien Hijo de la Cingada” (llamó al indio hijo de la chingada), y la segunda: “pendeco c’est + qu’un imbécile”, cuya traducción es “pendejo es más que imbécil”. Apollinaire se interesó por el verbo chingar, palabra que en México tiene innumerables significados y que muchos años después Octavio Paz la ensayará en su obra El laberinto de la soledad. El francés la emplea aquí como una frase cotidiana en esos años en México, como queriendo exponer la discriminación racial que se ejercía hacia los indios. Alguien, por la calle, “llamó al indio Hijo de la Chingada”.

Por otra parte, el aparente error ortográfico que comete Apollinaire, al cambiar la ch por una c y la j por una c debe pensarse con cautela pues, en primer lugar, solo estaría mal escrito en nuestro español. Además dichas palabras, que son de compleja aplicación para un extranjero debido a su carácter polisémico, le fueron reveladas por interpósitas personas, porque Apollinaire no estuvo jamás en México.

 

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