La consigna fue contundente: “La prostitución es un vicio o lacra social, pero además, es para las sociedades una necesidad en cuanto realiza funciones de válvula de escape, para la satisfacción de apetitos biológicos, que la colectividad deriva y canaliza al margen de la organización que la religión santifica y que el derecho consagra en forma de contrato solemne”.