La llegada del primer obispo mexicano, fray Juan de Zumárraga, en 1525, trajo consigo una serie de medidas más radicales que las emprendidas hasta entonces por los franciscanos.
En 1800 un fuerte temblor, azote de esta ciudad llamada algún día “de los Palacios”, causó que las instalaciones del renombrado hospital sufrieran de nuevo un serio deterioro.
La mirada no se podía apartar ni un segundo ante el carisma y la técnica que desplegaba en el cuadrilátero, y es que José Ángel Mantequilla Nápoles se cocía aparte en el mundo del boxeo.